
Programa
Marbà. Tres Homenatges
Kusevitski. Concierto para contrabajo, op.3
Dvořák. Sinfonía nº 9 «del Nuevo Mundo»
Orquesta de Extremadura
Joaquín Arrabal
Antoni Ros Marbà
16 enero Badajoz
17 enero Cáceres
1.
Antoni Ros Marbà. Tres Homenatges (2017) *
Serguéi Kusevitski. Concierto para contrabajo y orquesta en fa sostenido menor, op.3 (1902) *
Allegro
Andante
Allegro
Joaquín Arrabal, contrabajo
2.
Antonín Dvořák. Sinfonía nº 9 en mi menor, op.95, «Sinfonía del Nuevo Mundo» (1893)
Adagio, Allegro molto
Largo
Scherzo: Molto vivace – Poco sostenuto
Allegro con fuoco
Antoni Ros Marbà, director
* Primera audición por la Orquesta de Extremadura
Desde la admiración nace este programa. Admiración a maestros, referentes y generadores de inspiración y respeto hacia la música, sin duda estos, entre otros, han sido los motivos que han llevado al maestro Ros Marbà a componer Homenatges. Nuestra admiración al maestro Ros Marbà, al que tenemos la suerte de volver a disfrutar en nuestro abono, inspirador de los mismos referentes para nosotros que los queridos Montsalvatge, Mompou y Toldrà son para él. El músico extremeño Joaquín Arrabal nos mostrará su absoluta maestría con el contrabajo, y todo ello con el colofón de la suprema sinfonía “desde el Nuevo Mundo” de Dvořák, otro ejemplo de admiración y homenaje.
El contrabajista actúa en virtud de su trinfo en el XX Certamen Internacional de Jóvenes Intérpretes “Pedro Bote”, de Villafranca de los Barros.
Admiración
Tres homenajes
Para celebrar su 80 aniversario, en 2017, el maestro Antoni Ros Marbà compuso y estrenó, él mismo al frente de la Orquesta Sinfónica de Barcelona, esta obra que quiere rendir homenaje a los tres maestros que dejaron más huella en su carrera musical como director y como compositor, a modo de memorias musicales. Se trata de tres piezas sinfónicas que dedica a Eduard Toldrà, Frederic Mompou y Xavier Montsalvatge.
Su estrecha relación con estos tres grandes compositores, con los que compartió sus inicios artísticos y una profunda amistad, se plasma en este tríptico que quiere evocar el espíritu musical de estas grandes figuras, posiblemente los más relevantes que surgieron a lo largo de la primera mitad del siglo XX en Barcelona. Antoni Ros Marbà ha sido, además, un gran experto en la interpretación de la obra sinfónica de los tres, que siempre ha programado en sus diferentes etapas al frente de orquestas como la misma Sinfónica de Barcelona, la Nacional de España o la Real Filarmonia de Galicia. Su domino del instrumento orquestal también en la partitura queda evidente en cada una de estas tres piezas, que se caracterizan por las alusiones que hace del estilo de cada uno de ellos, tan distinto y personal, pero que coinciden por un tratamiento muy luminoso del sonido. El optimismo poético de Toldrà, el intimismo sonoro de Mompou y el exotismo colorista de Montsalvatge adquieren voz propia en estos tres retratos musicales que la Orquesta Sinfónica de Extremadura ofrece en primera audición.
Concierto para contrabajo y orquesta en fa sostenido menor, op.3
Serguéi Kusevitski empezó a estudiar el contrabajo a los quince años en Moscú, donde llegó a ser nombrado el principal de su sección en la orquesta del Teatro Bolshoi. Fue entonces que se dio a conocer por Europa como gran virtuoso, incluso llegó a formar su propia orquesta. Por esta razón, en 1903, se trasladó a Berlín para estudiar dirección de orquesta con el célebre Arthur Nikisch, director titular de la Filarmónica, con la cual Kusevitski debutó como director. Hacía poco que había compuesto su concierto para contrabajo y orquesta para ser interpretado por él mismo y lo estrenó en Moscú en 1905. Para su composición, contó con la ayuda de Reinhold Glière, a quien se atribuyó la autoría de esta obra durante algún tiempo.
Se trata de un concierto de un solo movimiento, aunque esté dividido en tres partes como las obras clásicas. Su melodismo recuerda el bel canto de la ópera italiana, seguramente influenciado por las grandes voces que escuchaba desde su atril en el Bolshoi. Sin duda, se trata de una obra maestra del escaso repertorio para este instrumento, que tiene pocas ocasiones para sobresalir de la masa orquestal y lucirse como solista. Las reminiscencias de los compositores rusos más célebres, empezando por Chaikovski, y siguiendo con Glinka, Scriabin y Rachmaninov, son muy evidentes en esta partitura, tanto por su temperamento como por su lirismo.
Kusevitski emigró de Rusia con la revolución de 1917, para refugiarse en Berlín y en París. Finalmente se estableció en los Estados Unidos, concretamente en Boston, donde se vinculó estrechamente con la orquesta sinfónica de esta ciudad, que la hizo mundialmente famosa, y donde creó el prestigioso festival de verano de Tanglewood. También creó un premio de dirección que lleva su nombre y que mantiene la memoria de su legado como director.
Sinfonía nº 9 en mi menor, op.95
El “nuevo mundo” con que se subtitula la novena sinfonía de Antonin Dvorák se refiere al nuevo mundo que significaban los Estados Unidos para cualquier Europeo que descubriera el continente americano. Ese mundo nuevo, inabarcable, con una naturaleza indomable siempre por conquistar, también fascinó a este compositor checo durante la estancia que realizó en 1893. Esta obra, la última de su catálogo sinfónico, aunque en un principio fue publicada como la número cinco, la compuso allí entre el 10 de enero y el 24 de mayo de aquel año. La estrenó en el Carnegie Hall el 13 de diciembre del mismo año la Orquesta Filarmónica de Nueva York, dirigida por Anton Seidl.
Dvorák era sin duda un virtuoso del tratamiento de la música llamada “nacionalista”, la que sabe integrar la tradición popular de una tierra, de la suya, a la sofisticación harmónica de la música clásica. Sus orígenes campesinos, a setenta kilómetros de Praga, ante el río Moldava, propició que empezara su carrera musical como intérprete del folclore de su país. Posteriormente su padre lo mandó a Zlonice, entonces territorio alemán bajo los Habsurgo, para que se formara musicalmente con buenos maestros, entre ellos Anton Liehmann, que convenció al padre de Dvorák de que dejara a su hijo dedicarse exclusivamente a la música. Un gesto que sin duda fue histórico para la humanidad, puesto que actualmente no podríamos entender el romanticismo tardío eslavo sin obras maestras como esta sinfonía.
El “nuevo mundo” al que alude musicalmente Dvorák también puede interpretarse como el mundo que empezaría pocos años después, el del cambio de siglo que representó el 1900, con toda la revolución social y estética que conllevarían las guerras mundiales y las vanguardias artísticas. La plasmación de este cambio radical que se anticipa en esta sinfonía la podemos encontrar en el dramatismo que ya introduce el primer movimiento, en forma de sonata, que empieza con un adagio que expresa una gran tristeza a través de los graves de la cuerda, interrumpidos por el sonido de la trompa, que presenta el primer tema, al que se añaden las maderas abriendo un nuevo abanico de color musical. Después del segundo tema, podemos escuchar una melodía extraída de un conocido “espiritual negro”, el canto de los esclavos de los estados del sur en el que se enraizó el carácter autóctono de aquella sociedad creada con inmigrantes de todo el mundo.
Dvorák parece instaurar con esta música la estética que desarrollarían compositores tan representativos de los Estados Unidos como Aaron Copland o Leonard Bernstein ya de lleno en el siglo XX. En el segundo movimiento, volvemos a sentir la indolencia del aire colonial americano con una triste melodía que toca el corno inglés y que nos insufla su rastro como si pudiéramos contemplar un mural de la vida cotidiana de América a finales del siglo XIX. Los dos últimos movimientos son plenamente rítmicos, con un scherzo en el tercero marcado por el timbal, y un último tiempo, allegro con fuoco, de ritmo marcial en forma cíclica que nos devuelve al tema del inicio con un impulso hacia el futuro.
La Sinfonía nº 9 «Sinfonía del Nuevo Mundo» fue interpretada por la OEX por primera vez en una inédita celebración del Día de Extremadura en Cáceres, un 7 de septiembre de 2006 en el, entonces, Auditorio de Cáceres; dirigía Jesús Amigo.
La última vez fue el 22 de junio de 2014 en la Plaza de Armas del Castillo de Trujillo (IV Festival Internacional Ciudad de Trujillo), dirigida por Salvador Mas, quien sustituyó en el último momento a Álvaro Albiach por su paternidad.
Pudo redimirse y dirigirla en un concierto de abono, el 30 de noviembre de 2017 en el Palacio de Congresos de Badajoz, pero con la Orquesta Joven de Extremadura.
© Mònica Pagès
Mònica Pagès es periodista especializada en música clásica. Colabora regularmente con medios como la Revista Musical Catalana, Ritmo o la emisora de radio Catalunya Música y con entidades culturales como el Palau de la Música Catalana, el Auditori de Barcelona o la Fundación la Caixa. Ha escrito la biografía de Conxita Badia (ICD, 1997 y Gent Nostra, 2000), Gaspar Cassadó, la voz del violonchelo (Amalgama, 2000) y Academia Granados-Marshall: cien años de escuela pianística en Barcelona (AM, 2001). Recientemente, ha publicado el libro sobre Enrique Granados Granados, el so de la mirada (Pagès Editors, 2016) y la primera biografía de la pianista Alicia de Larrocha (Notas para un genio, Alba Editorial 2016).
Joaquín Arrabal
Natural de Almendralejo, comienza sus estudios musicales en el Conservatorio de Música Almendralejo y paralelamente estudia en la Academia de Estudios Orquestales de la Fundación “Barenboim-Said” de Sevilla con Manfred Pernutz y Klaus Stoll como profesores. Más tarde, amplia su formación en el Conservatorio Superior de Música de Málaga con el profesor Jorge Muñoz donde obtiene el título con Matrícula de Honor. Asimismo recibe clases de profesores como Duncan McTier, Antonio G. Araque, Federico Esteve, Gonzalo Bordes, Matthew McDonald, Bozo Paradzik, Giuseppe Ettorre, Thomas Martin, Lorraine Campet, Jurek Dybal y Rick Stotijn.
Ha sido alumno de la Escuela Superior de Música Reina Sofía en la que en junio de 2012 recibe de manos de Su Majestad la Reina la Mención de “Alumno más Sobresaliente” de su cátedra. A lo largo de su carrera ha recibido el apoyo de instituciones como la Fundación Albéniz, Fundación BBVA, AIE, Ministerio de Cultura o Fundación Caja Madrid.
Entre sus méritos se hayan el Primer Premio en la especialidad de cuerda del Concurso para Jóvenes Intérpretes de Extremadura “Ciudad de Almendralejo”, premio a “Mejor agrupación Castellano-Leonesa” con su grupo de música de cámara “Pyntia Ensemble” en el I Concurso Internacional de Música de cámara de Castilla y León, premio en el ciclo de conciertos “El Primer Palau” de Barcelona o Primer premio en el Certamen “Pedro Bote” de Villafranca de los Barros, además de su participación en ciclos de conciertos como “Fundación Juan March”, “MUSEG”, “Sociedad de Conciertos de Palma de Mallorca” o “Juventudes Musicales de Cataluña”.
Ha participado en proyectos como la Orquesta Joven de Extremadura, Orquesta Joven de Andalucía, Joven Orquesta Nacional de España, European Union Youth Orchestra y Gustav Mahler Jugendorchester trabajando con directores como Daniele Gatti, David Azhkam, Vladimir Ashkenazy, Gustavo Dudamel o Herbert Blomstedt.
Actualmente es solista de contrabajos en la Orquesta del Gran Teatro del Liceu y profesor en el Conservatorio del Liceu de Barcelona, después de haber sido solista en la Orquesta Filarmónica De Santiago (Chile), Orquesta Sinfónica de Castilla y León, ayuda de solista en la Orquesta del Gran Teatro del Liceu, así como colaborador en numerosas orquestas profesionales. Además participa en otros proyectos como el Festival “Pau Casals” de Prades (Francia), Festival “Turina” de Sevilla, “Schubertíada” de Vilabertrán, “Quincena musical” de San Sebastián, “Tempo Rubato” con Mayte Martín o Festival de música de Santander y en proyectos docentes como la Joven Orquesta Nacional de Cataluña o Joven Orquesta Sinfónica de Barcelona.
Antoni Ros Marbá
El maestro Ros Marbá es uno de los más destacados directores de orquesta de su generación. Nacido en L’Hospitalet de Llobregar, se formó en el Conservatorio Superior de Música de Barcelona con Eduard Toldrà y, posteriormente con Sergiu Celebidache en la Accademia Chiggiana de Siena, y con Jean Martinon en Düsseldorf.
En su dilatada carrera ha sido director titular de la Orquesta Sinfónica de RTVE, Orquesta Ciutat de Barcelona, Orquesta Nacional de España, Nederlands Kamer Orkest, y de la Real Filharmonia de Galicia.
Invitado por Herbert von Karajan, debutó con la Berliner Philharmoniker, orquesta que posteriormente ha dirigido en diversas ocasiones. Además, ha colaborado con las más importantes orquestas de Europa, así como en las más importantes salas de concierto de América, Japón, y China en la que fue un pionero embajador de la música occidental.
Su extenso repertorio abarca la música sinfónica, los títulos más emblemáticos de la ópera, así como la zarzuela, de la que ha grabado obras tan señaladas como Doña Francisquita, Bohemios, La Verbena de la Paloma, y Luisa Fernanda, además de la ópera Goyescas. También es importante descar su estreno de la ópera Divinas Palabras de Antón García Abril.
Entre las distinciones a su carrera artística destacan el Premio Nacional de Música, la Creu de Sant Jordi , el Premio Internacional del Disco Arthur Honegger por la grabación de Las Siete Palabras de Cristo de Haydn, el Barclays Theatre Award a la mejor producción operística en el Reino Unido por Idomeneo, re di Creta con la Scottish Opera, y la Medalla de Oro del Gran Teatre del Liceu de Barcelona .
Las prestigiosas compañías discográficas, Warner Classics y Claves, editaron dos discos monográficos de Ros Marbà dirigiendo la Real Filharmonia de Galicia, dedicados a Federico Mompou y Manuel de Falla. Fue Director de la Escuela de Altos Estudios Musicales de Galicia, y en la actualidad es Profesor y Director Honorario de la Orquesta de Cámara Freixenet de la Escuela Superior de Música Reina Sofía de Madrid.