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Programa 10

Temporada de conciertos

2019-2020

Final del XIX

12 de marzo Badajoz
13 de marzo Cáceres

Orquesta de Extremadura
Asier Polo
Luis Méndez

Programa

1.

Antonín Dvořák. Concierto para violonchelo y orquesta en si menor, op.104 (1895)

Allegro
Adagio ma non troppo
Finale - Allegro moderato

Asier Polo, violonchelo

2.

Johannes Brahms. Sinfonía nº 3 en fa mayor, op.90 (1883)

Allegro con brio
Andante
Poco allegretto
Allegro

Luis Méndez, director

Antonín Dvořák y Johannes Brahms necesitan poca introducción, dos gigantes de la historia de la música, dos compositores audaces, innovadores, creativos, capaces de mover el alma a quien le escucha con la atención debida. El concierto para violonchelo de Dvořák puede que sea el “concierto” por antonomasia del repertorio de violonchelo. Tenemos la enorme suerte de poderlo disfrutar con Asier Polo, a quien volvemos a tener en la temporada de la OEX, y un debutante en los conciertos de abono, Luis Méndez, director asistente de la Orquesta de Extremadura, quien suple la baja en el último momento de Anne Manson. Nos ofrecerá su lectura de la, posiblemente, sinfonía más íntima de las cuatro de Brahms.

Dos obras maestras del romanticismo (tardío)

La Orquesta de Extremadura nos ofrece en este programa, a cargo, por cierto, de una de las verdaderamente pioneras entre las mujeres directoras, dos obras de gran repertorio que son, además, epítomes del concierto y la sinfonía románticos, aunque por fechas de estreno correspondan casi al final de este periodo de la historia de la música, a la que entonces llamaban ya los que querían ir más allá, así Claude Debussy, Gustav Mahler, Jean Sibelius o, enseguida, Arnold Schoenberg. En cualquier caso, tanto el concierto de Dvorák como la sinfonía de Brahms —un Brahms que influye en su colega— van más allá de su incardinación cronológica o estilística y son pilares fundamentales en la vida de cualquier aficionado. Escucharlas por vez primera es una revelación. Volver sobre ellas, una obligación gozosa.

Antonin Dvorák: Concierto en si menor para violonchelo y orquesta, op. 104

El Concierto en si menor, op. 104 de Dvorák se ha encaramado desde su estreno —el 19 de marzo de 1896, en Londres, con Leo Stern de solista y bajo la dirección del autor— a la cima del repertorio para violonchelo y orquesta. Basta escucharlo con mediana atención para entender las razones. Se trata de una pieza brillante y lírica al mismo tiempo, formidablemente escrita, cuyos temas principales se quedan en la memoria del oyente a la primera audición. Obra del periodo americano de su autor —que dio lugar a piezas como la Sinfonía del Nuevo Mundo, el Cuarteto, op. 96 o el Quinteto op. 97—, fue compuesta en Nueva York entre el 8 de noviembre de 1894 y el 9 de febrero de 1895. Curiosamente Dvorák no acababa de encontrar el violonchelo adaptado a sus posibilidades creadoras y fue la insistencia de su amigo el virtuoso del instrumento Hanus Wiham la que consiguió que el compositor se pusiera manos a la obra. Pensaba en Wiham para estrenarlo pero desavenencias entre los dos a cuenta de una cadencia en el último movimiento hicieron que el autor decidiera que no lo escribiría para él. Wiham, sin embargo —listo sin duda— no lo tomó a mal y lo interpretaría muchas veces, la primera en La Haya, en 1899, bajo la dirección de Willem Mengelberg. 

Se abre el concierto —Allegro— con una amplia introducción orquestal en cuyo principio aparece el primer tema enunciado por el clarinete. La orquesta lo recoge con intensidad —marcado Grandioso en la partitura— y lo desarrolla introduciendo una suerte de motivo intermedio hasta que las maderas retoman el del inicio y la trompa enuncia el segundo tema, muy lírico, con algo de brahmsiano, que pasa al clarinete apoyado por el oboe. Tras el motivo de transición —aquí con reminiscencias de danza— el solista hace su entrada —Quasi improvisando— con el primer tema y ya afirma una presencia enérgica y lírica. A lo largo de todo el movimiento el violonchelo dialogará con la orquesta —a destacar el episodio con la flauta marcado Molto sostenuto— e impondrá su ley virtuosística —a pesar de que no encontremos una cadencia propiamente dicha en él— en un discurso perfectamente articulado, desde la intimidad de lo meditativo a la decidida afirmación sonora.

El Adagio ma non troppo comienza con un tema pleno de calma enunciado por oboe, flauta y clarinete antes de que a este último se le unan los violonchelos. Un segundo tema, en contraste dramático, irrumpe desde la orquesta y es tomado por el solista. Se trata del procedente de la primera de las canciones del Op. 82 del autor, la titulada Déjame vagar solo con mis sueños. La razón de la cita es un asunto trágico y doméstico, el recuerdo de una de sus cuñadas, enferma a la sazón y a quien gustaba especialmente esa melodía. A la muerte de ella, en mayo de 1895, Dvorák la añadió al final del último movimiento del concierto como un homenaje implícito.  Volverá el primer tema en las trompas —otra vez la conexión con Brahms— con el pizzicati de las cuerdas hasta desembocar en una melancólica quasi cadenza para el solista que, con el apoyo de las maderas, da paso a un final pleno de serenidad en el que la voz del violonchelo entonará las últimas frases.   

El Finale (Allegro moderato-Andante-Allegro vivo) es, según señala Richard Freed, un “jubiloso, vigoroso y, según algunos comentaristas, robusto rondó no lejano del espíritu de las Danzas eslavas”. Se ha visto en él el anhelo por la vuelta a la patria. Trompas y cuerda aportan el memorable tema principal y el violonchelo lo retoma. Un segundo —de leve sabor popular— aparece poco a poco hasta que el solista lo desarrolla con el apoyo de las maderas antes de volver al primero. Le sigue un Andante —tercer motivo— en el que la flauta dialoga con el violonchelo, luego apoyado en los violines. Poco a poco vamos entrando en la coda anunciada por las trompas como una fanfarria que usa el tema principal. El solista entra en ella en pianissimo y los clarinetes recuerdan el inicio del primer movimiento mientras el violín solo introduce la canción citada en el segundo. Crece la dinámica a partir del violonchelo, se suma la orquesta y todo termina en un clima de alegría. El propio Dvorák lo describió así: “El Finale se cierra con un diminuendo gradual, como un aliento con reminiscencias del primer y segundo movimientos. El solista baja hasta pp. Entonces el sonido empieza a crecer y los últimos compases son tomados por la orquesta para ofrecer una tempestuosa conclusión”.  

El Concierto para violonchelo y orquesta en si menor, op.104 de Antonín Dvořák ya había sido interpretado por la OEX, por primera vez, el 12 de marzo de 2004 en el Gran Teatro de Cáceres, dirigido por Jesús Amigo e interpretado por Orfeo Mandozzi. Y por última, el 1 de julio de 2016 en el Colegio San José, de Villafranca de los Barros, con Gabriel Delgado como director y con el solista Mon-Puo Lee, como ganador de la XVII edición del ‘Certamen Internacional de Jóvenes Intérpretes Pedro Bote’.

Johannes Brahms: Sinfonía nº 3 en fa mayor, op. 90

Se ha repetido hasta la saciedad a la hora de hablar de las sinfonías de Johannes Brahms la tardanza del autor en abordar una forma que le producía un enorme respeto a la vista de dos grandes precedentes: el canónico —Beethoven y la dificultad de ir más allá— y el anímico —su admiración por Schumann y el temor a proseguir su camino. Hay otros precedentes románticos, claro está, Schubert y Mendelssohn en cabeza que, sin embargo, le impresionaban menos a un Brahms que había hecho su vela de armas sinfónica componiendo las dos serenatas y el Concierto nº 1 para piano y orquesta. El caso es que el músico hamburgués, por más que comenzara los esbozos de su Primera cuando tenía 22, en 1855, no la remató hasta sus 43 años, en 1876. Previamente a esta fecha hay una obra que muestra con creces su dominio de la orquesta y su aplomo compositivo en tal aspecto: las Variaciones sobre un tema de Haydn, que son de 1873.

Pero ya sabemos que nunca es tarde si la dicha es buena y hoy las cuatro sinfonías de Brahms se erigen como uno de los mejores logros del género, partiendo de sus modelos pero alcanzando una personalidad y una grandeza incuestionables. Y, además, haciendo de cada una de ellas un verdadero capítulo de una historia completa, cerrada e impecable. La Segunda es de 1877, la Tercera de 1883 y la Cuarta de 1884, lo que hace pensar en que, en cierta manera, se trata de obras divisibles en dos pares por mor de su cronología y, por tanto, del estímulo que la composición de Primera y Segunda supuso de cara a proseguir en el intento. Son dos etapas, curiosamente, separadas por un periodo de tiempo amplio —seis años— en el que hallamos las oberturas Académica (1880) y Trágica (1881) y una pieza con solista pero de clara raigambre sinfónica como es el Concierto nº 2 para piano y orquesta (1881). Tras la Cuarta, sólo escribirá Brahms una obra con presencia orquestal, el Doble concierto para violín y violonchelo, que es de 1887. La Tercera Sinfonía fue terminada por Brahms al final de su estancia en Wiesbaden en el verano de 1883, es decir cuando tenía cincuenta años y una considerable madurez como compositor a sus espaldas. El moderado heroísmo de su arranque, la delicadeza de sus tiempos intermedios, sobre todo del marcado como Andante semplice —el Poco Alegretto ha llegado a ser una de las páginas más populares de su autor— que, sin embargo, no deja de presentarnos alguna nube en su idílico paisaje, la conclusión de la pieza en un tono menos triunfal de lo que suele suponerse al estro romántico son características que se suman a o que llegan de la evolución del concepto sinfónico del autor, ligado siempre a dos elementos complementarios: el rigor constructivo y la inagotable capacidad de sorpresa. Se ha señalado con frecuencia en esta Tercera una cierta forma cíclica dada, sobre todo —lo que significa lo matizable de la afirmación en relación a ejemplos similares en Cesar Franck o en Chaikovski—, por el hecho de que al final de la obra aparezca el tema de apertura de la misma sin gestualidad retórica conclusiva alguna o por el uso en el mismo movimiento del segundo tema del Andante semplice. También hay relaciones temáticas entre los dos movimientos centrales y el cuarto. Y todo, como señala Bernard Jacobson, “más con carácter de alusión mágica que de prosaicas referencias cruzadas”. Y, añadiremos, en el contexto de esa forma de “variación en desarrollo” que tanto gustaba a Brahms y que tan bien estudiara Schoenberg. El caso es que, a través de citas internas o de la propia expresividad de su decurso, esta Tercera Sinfonía es un ejemplo perfecto de equilibrio entre lirismo y energía, una muestra más de por qué es precisamente el amor por Brahms lo que definiría, con cierta exactitud, nuestro amor por la música.

También la Sinfonía nº 3 de Brahms está en el currículum de la OEX, desde su primera interpretación el 17 de febrero de 2006 en el Complejo Cultural San Francisco de Cáceres, dirigida por Jesús Amigo. La última vez la oimos el 19 de mayo de 2017 en el Palacio de Congresos de Badajoz, dirigida por Álvaro Albiach.

© Luis Suñén

Luis Suñén (Madrid, 1951) es editor y escritor. Ha sido crítico literario y musical en el diario El País y, durante trece años, director de la revista Scherzo, así como, durante más de veinte, colaborador de Radio Clásica (RTVE). Es uno de los fundadores de los International Classical Music Awards (ICMA). Autor de siete libros de poemas, el último de ellos es Noroeste (Trotta, Madrid, 2019). 

Asier Polo

Considerado el chelista español más destacado de su generación. Ha colaborado con las principales orquestas españolas e internacionales, destacando entre ellas la Philharmonia Orchestra, Orchestra Sinfonica Nazionale della RAI, Dresdner Philharmonie, Orchestre de Paris, Bergen Filharmoniske Orkester, Israel Philharmonic Orchestra, Deutsche Symphonie-Orchester Berlin, Sinfónica Nacional (México), Orquestra Sinfônica do Estado de Sâo Paulo o la Sinfonieorchester Basel bajo la dirección de destacados directores como: Frühbeck de Burgos, Claus Peter Flor, Juanjo Mena, Pinchas Steinberg, Günther Herbig, Antoni Wit, Anne Manson, Carlos Miguel Prieto, entre otros.

Recientes y futuros compromisos le llevarán a tocar con la BBC Philharmonic Orchestra, Danish National Symphony Orchestra, Orchestre National des Pays de la Loire, Malaysian Philharmonic Orchestra, Orquestra Filarmônica de Minas Gerais, Buffalo Philharmonic Orchestra, Louisiana Philharmonic Orchestra (USA), Manitoba Chamber Orchestra (Canadá), Festival Casals de Puerto Rico, Orquesta Sinfónica Nacional (México), Orquesta Sinfónica de Puerto Rico, La Biennale di Venezia, Settimane Musicali di Stresa e del Lago Maggiore así como con las principales orquestas españolas.

Actualmente es profesor en el Centro Superior de Música del País Vasco “Musikene” y Director Artístico del Forum Musikae (Academia internacional y Festival de Música). Recientemente se ha incorporado como profesor de violonchelo del Conservatorio della Svizzera italiana (Lugano, Suiza).

Invitado habitual como jurado en diversos concursos nacionales e internacionales de Violoncello (Juventudes Musicales de España, Dotzauer cello Wettbewerb (Alemania), Concurso internacional Carlos Prieto (México), 1st Manhattan International Music Competition (Carnegie Hall, NY), etc. Asimismo, imparte masterclasses en diversos países (Alemania, Holanda, Italia, México, Venezuela, Brasil, etc.).

Asier Polo ha sido galardonado con el Premio Nacional de Música, edición 2019, máximo reconocimiento que otorga el Estado español a través del Ministerio de Cultura y Deporte. Además, el álbum Brahms: Cello sonatas, junto al pianista Eldar Nebolsin, ha sido distinguido con el “Melómano de Oro” de la revista Melómano Digital. Asier Polo toca un violonchelo Francesco Rugieri (Cremona 1689) adquirido con la colaboración de Fundación Banco Santander.

Luis Méndez

Nacido en Pontevedra en 1983, estudió clarinete en los conservatorios de Pontevedra y Ourense y La Coruña. Perteneció a la Joven Orquesta de la Sinfónica de Galicia (1997-1999) y a la Joven Orquesta Nacional de España (2000-2003).

En 2000 fue invitado a Viena para colaborar con el Arnold Schoenberg Quartet. También en 2001 fue invitado al Music Master Course in Kazusa (Japón).

Obtuvo el 1er Premio en el Concurso Internacional de Xàtiva, 2º en Juventudes Musicales de España, 3º en el Concurso Internacional de Clarinete en Gante (Bélgica) en 2013 entre otros.

Fue miembro fundador en 2003 de la Academia de Música Contemporánea del CDMC (Centro de Difusión de la Música Contemporánea) y también del Proyecto Madrid-Berlin Ensemble, compuesto, entre otros miembros, por solistas de la Berliner Philharmoniker.

Como solista, tocó el concierto para clarinete, soprano y orquesta de L. Palomo y el Concierto para siete instrumentos Frank Martin, Concierto de Tomasi, Concierto Mozart con la Orquesta Filarmónica de Bruselas.

De 2002 a 2003 fue Clarinete Principal de la Janáček Philarmonic Orchestra trabajando en Estrasburgo y en la República Checa.

Durante su formación ha sido alumno de Walter Boeykens, Michelle Arrignon, Eddy Vanoosthysse o Antony Pay entre otros.

También ha trabajado con directores como Marc Albrecht, Lutz Kohler, Pinchas Steinberg, Marc Minkovsky, Nicola Luisotti, Jesús López Cobos, Riccardo Muti, Marco Armiliato, James Conlon, Jeffrey Tate y Semyon Bychkov.

Es Clarinete Solista de la Orquesta Sinfónica de Madrid desde 2003 en el Teatro Real de Madrid.

Ha sido profesor en la Joven Orquesta Nacional de España, Joven Orquesta de la Comunidad de Madrid y ha colaborado también con la Filarmónica de Malasia, en Kuala Lumpur, y con la Orquesta de Radio Televisión Española.

Como director de orquesta, ha iniciado una periódica colaboración con Oviedo Filarmonía, desde 2016, Orquesta Nacional de España, desde 2018 y Orquesta Sinfónica de Madrid, desde 2015.

Entre sus cercanos proyectos figuran el estreno en España de las Cuatro Estaciones de Vivaldi, de Max Richter, con la Oviedo Filarmonía, La Traviata, en el Teatro Real, Concierto de Ciclo con la Orquesta Sinfónica de Madrid y su debut con la Orquesta de Radio Televisión Española.

Programa 10

Temporada de conciertos

2019-2020
Dvořák. Concierto para violonchelo y orquesta
Brahms. Sinfonía nº 3

Final del XIX

12 de marzo Badajoz
13 de marzo Cáceres