Notas al programa
El viaje o la semilla de la creación
En una época de transiciones y fronteras estéticas como los inicios del siglo XIX, buena parte de los aristócratas y creadores de cualquier disciplina aún estaban obligados a un viaje formativo denominado Grand Tour. Se trataba de una costumbre inglesa de finales del siglo XVII: la mayoría de edad se celebraba con un viaje por Italia, Francia y el entorno alemán. Ese viaje era una excursión a lo exótico, un recorrido por los otros que servía para situarse en el mundo y empezar la vida adulta. Durante el Romanticismo, el Grand Tour se había convertido también en un peregrinaje para los músicos que iban de gira, haciendo coincidir las paradas de ambos para que los compositores se beneficiasen en sus conciertos de un público no residente en las ciudades que era una especie de intelectualidad en tránsito. En el caso de los compositores, este viaje llevaba ineludiblemente asociado otro más: la transformación de su dialecto creativo. La convivencia con otros patrones estéticos convertía las nuevas obras en escaparates musicales del mundo.
En febrero de 1811 Carl Maria von Weber (1786-1826), uno de los compositores bisagra entre los derrelictos del Clasicismo y los nuevos aires románticos, emprende una gira que agrupa algunas de las ciudades destino del Grand Tour como Praga o Berlín. En Múnich, primera escala de la gira, compone un concierto para el virtuoso clarinetista Heinrich Joseph Bärmann que fascina a Maximiliano I y a buena parte de los músicos de la corte. Los encargos se suceden, entre ellos el del fagotista Georg Friedrich Brandt, para quien compone Weber un concierto en menos de quince días, y que se estrena en el München Hoftheater el 28 de diciembre, cuando el compositor ya había abandonado la ciudad.
El Concierto para fagot en Fa mayor, op. 75 es una obra cosmopolita, original y que mira al futuro y al pasado al mismo tiempo. Weber propone una estructura clásica (casi barroca), dividida en tres movimientos y que busca los contrastes como parte de su gramática expresiva. Aprovechando la similitud del timbre del fagot con la voz humana, el tipo de melodías del concierto se acerca mucho a la ópera, con líneas líricas, despliegues de virtuosismo y búsqueda de atmósferas sonoras dramáticas. Es precisamente en estos elementos donde reside su genialidad: en un mercado musical que cambiaba vertiginosamente, donde los compositores comenzaban a elegir sus propios destinos, la música de Weber aparece como eslabón entre la tradición y la modernidad.
En realidad todos esos cambios habían empezado bastante antes, en pleno desarrollo de la Ilustración y su búsqueda de las esencias. Un ejemplo de transformación sería el desarrollo de las llamadas “oberturas de concierto”. Cuando Gluck describía en el prefacio de la ópera Alceste (1767) su concepto de lo que había de ser una obertura se refería a ella en estos términos: «He imaginado que la obertura tiene que prevenir a los espectadores sobre la acción que se va a representar, y formar, por decirlo así, el argumento». La Obertura ‘Las Hébridas’, op.26 de Felix Mendelssohn (1809-1847) se encuadra en una tipología particular de obertura: no da inicio a una ópera sino que prefigura una atmósfera y acumula una serie de elementos casi paisajísticos para que el oyente complete modestamente su pintoresco abismo particular. No ha de introducir el tono de la acción; más bien es un brindis a la sugerencia, por cuanto el compositor arranca un drama que luego no sucede en lo musical pero eclosiona idealmente en la cabeza del oyente.
La obra tiene un antecedente vivencial: el viaje en agosto de 1829 de Félix Mendelssohn a Escocia, dentro de su Grand Tour, y en compañía de Carl Klingemann, escritor de algunos de los versos de sus lieder. Ambos visitaron la cueva Uamh-Binn (“Gruta de la Melodía”, en gaélico o ‘Gruta de Fingal’), enclavada en las Islas Hébridas. El sonido provocado por el oleaje y su forma de diseminarse y ganar complejidad fascinaron al compositor, que rápidamente esbozó un diseño básico de lo que luego sería la obertura completa. La inclinación evocadora, casi descriptiva de la partitura es evidente, pero no ha de confundirse con un poema sinfónico: Mendelssohn transmuta el hecho físico en lenguaje musical con su sobresaliente capacidad onírica y una añoranza casi tangible. El momento climático se encuentra en la mitad de la obertura, no al final, y sus últimos compases, lejos de proponer una visión heroica o de desolado romanticismo, adoptan una visión llena de matices y se acogen a una escala de grises más profunda que la sencilla tristeza. La obra, tras diversas reelaboraciones, se estrenó en Londres en 1832, a dúo con el Sueño de una noche de verano.
El viaje de Mendelssohn —con apenas veinte años— siguió después de Las Hébridas hasta llegar a Italia, donde surgió la Sinfonía nº4 en La mayor, op.90, la ‘Italiana’. La polivalencia artística de Mendelssohn juega aquí a su favor a la hora de aunar corrientes estéticas. Partiendo del sentido de la belleza clasicista pero mirando más hacia el vínculo con la naturaleza romántico, el compositor consigue sintetizar en cuatro movimientos la grandiosidad de la Italia monumental y el encanto burgués de su espíritu popular. Por eso encontrarán diseminadas por los movimientos las melodías musitadas de los gondoleros venecianos, los juegos de máscaras del carnaval, las procesiones romanas y las desfogadas tarantelas.
El espíritu mediterráneo y la consecuente luminosidad de carácter de sus gentes se habían convertido ya muchas décadas atrás en un lugar común para el resto de Europa. Charlotte Brontë describirá la tarde perfecta en Jane Eyre usando idénticos tópicos: «se diría que una bandada de días italianos, a la manera de magníficos pájaros, hubiese venido». Los meses que Mendelssohn pasó a caballo entre Roma y Venecia le proporcionaron una profunda felicidad vital, por más que se escandalizase de la decadencia cultural en la que había caído la hasta ahora capital no oficial de la patria musical. Si en lo personal pronto escribirá a sus padres para compartir su alegría («Esto es Italia. El gozo supremo de la vida, la estoy amando cada día»), en el plano compositivo la sombra de estos «días italianos» se extiende hacia adelante afectando a toda su obra posterior. Mendelssohn se convertirá en el menos romántico de los románticos, con un discurso nada afectado, con el drama presente pero reducido a la mínima expresión, y con una concepción del vínculo entre naturaleza y música excepcionalmente complejo. La obra se estrenó en 1833 por la que era probablemente la mejor orquesta de Europa en aquel entonces, la de la Sociedad Filarmónica de Londres, y tal vez fuera ese el motivo del excepcional nivel de autoexigencia que el compositor se impuso en esta partitura.
Queda para el final la obra que inicia el programa, el Objeto de precisión I para violonchelo solo y orquesta, de Erick Garcés Ramírez, no por capricho sino por idoneidad. El joven compositor mexicano (n. 1995) propone en esta pieza su particular Grand Tour musical, derivado de un proceso de reflexión de los distintos elementos musicales. El lenguaje de Garcés se nutre de lo conocido para construir una nueva forma de seducción basada en la tímbrica y en la disolución del tiempo, con arrebatos líricos y recursos que recorren toda la historia de la música sin pretensión alguna de catálogo. El protagonista es el otro gran instrumento de la orquesta cuyo timbre se acerca al del ser humano: el violonchelo, con una idiomática escritura que se contrapone a una orquesta que juega con intensidades, planos sonoros, pizzicatos de cuerdas y subrayados de trombón. Una obra aventurera que busca nuevos horizontes.
Desde Weber hasta Garcés la propuesta es, en el fondo, la misma: dejarse embarcar en un viaje iniciático que se enriquece de las distintas perspectivas, como aquellos primeros globos aerostáticos de Montgolfier elevándose sobre París. El viaje en el arte siempre ha enseñado a espantar la barbarie y los monstruos cotidianos. Ya lo decía Kavafis en Ithaca: «seres tales jamás hallarás en tu camino, / si tu pensar es elevado, si selecta / es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo». Que lo disfruten.
© Mario Muñoz Carrasco
Mario Muñoz Carrasco es musicólogo, gestor cultural y crítico musical. Cursa el Grado en Musicología en la Universidad Complutense de Madrid, finalizado primero de su promoción, así como el Máster en Música Española e Hispanoamericana. Desde el 2007 ejerce como crítico musical en distintos medios, tanto en radio como en prensa, colaborando con Ópera Actual, La Razón, Scherzo o ABC entre otros. En el campo de la gestión participa con las principales instituciones culturales (Teatro Real, Ayuntamiento de Madrid o Fundación Juan March) en actividades musicales de diversa índole relacionadas con la recuperación de patrimonio, la organización de conciertos o la coordinación técnica y artística de distintas orquestas. En el campo de la alta divulgación participa habitualmente con las más destacadas instituciones musicales como la Orquesta y Coro Nacionales de España, el Teatro Real, la Orquesta Sinfónica de Radio Televisión Española o el Centro Nacional de Difusión Musical, labor que compatibiliza con la docencia en distintas universidades.
Interpretaciones anteriores
La OEX interpretó por primera vez Las Hébridas: Obertura, op.26, el 15 de octubre de 2009 en el Palacio de Congresos de Mérida, bajo la dirección de Jesús Amigo. La última interpretación data del 7 de febrero de 2014, en el Palacio de Congresos de Badajoz y con José Antonio Montaño como director.
En cuanto a la Sinfonía nº 4, la «Italiana», se interpretó por primera vez el 23 de abril de 2004 en el Centro Municipal “Nertóbriga” de Fregenal de la Sierra, dirigida por Juan José Olives. La más reciente interpretación fue el 12 de marzo de 2021 en el Palacio de Congresos de Villanueva de la Serena, con Manuel Hernández-Silva como director.
Erick Garcés Ramírez
Nació en Ciudad de México (México) en 1995. Desde 2021 es alumno de la Escuela Superior de Música Reina Sofía, en la Cátedra de Composición IF International Foundation, con el profesor Fabián Panisello. Disfruta de becas Santander México, MAEC/AECID y Fundación Albéniz.
Comenzó sus estudios de manera autodidacta a los 11 años. En 2014 ingresó al Taller de Composición del Conservatorio Nacional de Música bajo la tutela de Armando Luna Ponce y Juan Fernando Durán en composición y Mario Lavista en análisis musical. Su formación profesional incluye clases y cursos con Alexis Aranda, Ignacio Baca Lobera, Sergio Cárdenas, Jorge Torres Sáenz, Julio Estrada, Marcelo Toledo, Javier Torres Maldonado, entre otros.
Sus obras se han presentado en diversas salas del Conservatorio Nacional de Música, el Centro Nacional de las Artes, Facultad de Música de la Universidad Nacional Autónoma de México, Centro Cultural del Bosque y el Teatro Alcázar del Museo Nacional de Historia en el Castillo de Chapultepec.
En 2017 se publicó el disco “Ideogramas” en el que participa con la obra “Descubrimientos en el repetido sueño de José” que grabó Ónix ensemble bajo el sello de Urtex Digital Classics; finalista en Nuova Consonanza concorsi “Franco Evangelisti 2017” con la obra “Poblando habitación” estrenada en el MACRO museo de arte contemporáneo de Roma por el Ensembe Suono Giallo.
Actualmente es organista titular en Parroquia de la Resurección del Señor, pianista y director musical de Ensemble Ácido orquesta de Latin Jazz y Salsa, y director musical de CoraSon Jarocho, ensemble tradicional de son jarocho. Además, es profesor particular de piano, solfeo, e introducción a la música.
Eva Arderíus Esteban
Nació en San Lorenzo de El Escorial (España) en 2001. Desde 2018 estudia en la Cátedra de Violonchelo Aline Foriel-Destezet de la Escuela Superior de Música Reina Sofía con el profesor Jens Peter Maintz. Disfruta de becas Consejería de Educación, Universidades y Ciencia de la Comunidad de Madrid y Fundación Albéniz. Toca un violonchelo J. B. Collin Mezin (1892) y un arco de violonchelo barroco de madera de serpiente, cedidos por dicha fundación.
Empezó a estudiar violonchelo a los cinco años. Posteriormente accedió al Centro Integrado de Música Padre Antonio Soler en San Lorenzo de El Escorial (Madrid), donde estudió con Dimitri Furnadjiev y Victoria Rodríguez y en 2018 recibió el premio fin de grado. Paralelamente perfeccionó sus estudios con Arantza López Barinagarrementería y María de Macedo. Ha asistido a clases magistrales con Jean-Guihen Queyras, Gary Hoffman, Lluis Claret, Amit Peled, Suzana Stefanovic, Daniel Grosgurin, Marc Coppey, Damián Martínez, Michał Dmochowski, Iagoba Fanlo, Fernando Arias, Anne Marie North, Torleif Thedéen, Gautier Capuçon, Alexander Lonquich, Wolfgang Emanuel Schmidt, Asier Polo, Ralf Gothóni, Oliver Wille y Alban Gerhardt, entre otros.
Fue galardonada con los primeros premios en los concursos nacionales Jaime Dobato Benavente (2014), y Soncello (2015); y con el segundo premio en el VII Concurso Internacional David Popper (Hungría) en 2017. Asimismo, fue seleccionada para participar en el Proyecto Talentos 2018 de la Orquesta Sinfónica de Madrid. En 2015 fue parte de la Camerata Infantil ORCAM, dirigida por Víctor Pablo Pérez y en 2017 de la Joven Orquesta de la Comunidad de Madrid. En 2015 participó como solista en el Festival de Música Joven de Segovia, organizado por la Fundación Don Juan de Borbón, y gracias a la Fundación Arbós (Orquesta Sinfónica de Madrid) se presentó en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (2018) y en el Auditorio Nacional (2019). En enero 2020 fue seleccionada para participar en el Proyecto Talentos 19-20 de la Orquesta Sinfónica de Madrid.
Como alumna de la Escuela, ha tocado con la Orquesta Sinfónica Freixenet (dirigida por Péter Eötvös, Pablo González y Pablo Heras-Casado); con la Sinfonietta (dirigida por Baldur Brönnimann) y en el Ciclo La Generación Ascendente (Auditorio Nacional). En 2021 participó en la Gira 30 aniversario de la Escuela con la Orquesta Sinfónica Freixenet, dirigida por Andrés Orozco-Estrada, que actuó en el Teatro Real de Madrid, el Reduta Hall de Bratislava, la Academia Liszt Ferenc de Budapest y el Musikverein de Viena. Asimismo, ha formado parte del Grupo Scarlatti de Casa de la Moneda y del Cuarteto y del Grupo Albéniz de Prosegur, del Cuarteto Haendel de Puertos del Estado y del Trío Amati. Actualmente es miembro del Grupo Schubert de KPMG y del Grupo Fundación Mutua Madrileña.
Willmer Jesús Torres Martínez
Nació en Estado Miranda (Venezuela) en el año 1999. Desde 2018 estudia en la Cátedra de Fagot de la Escuela Superior de Música Reina Sofía bajo la tutela de Gustavo Núñez. Disfruta de becas Juan Carlos Escotet Rodríguez (ABANCA) y Fundación Albéniz y toca un fagot B. Bell cedido como beca de instrumento por dicha fundación.
Emprendió sus estudios musicales en el Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela. En el año 2012 ingresó en el Conservatorio de Música Simón Bolívar y en la Academia Latinoamericana de Fagot con el fagotista Omar Ascanio. Ha recibido clases magistrales de Henning Trog, George Sakakeeny, Dag Jensen (durante el Encuentro de Música y Academia de Santander), Matthew Wilkie y Joan Enric Lluna.
Ha sido integrante de las orquestas sinfónicas Nacionales Infantil y Juvenil de Venezuela, de la Teresa Carreño y de la Simón Bolívar, con la que ha interpretado el Concierto para fagot y orquesta en fa mayor y el Andante y rondó húngaro, ambos de Carl María von Weber y conciertos de Hummel y Mozart. Ha participado en giras internacionales en Japón (Tokio), China (Pekín y Shanghai), México (Ciudad de México) y Austria (Festival de Salzburgo, 2013).
Como alumno de la Escuela, ha tocado con la Orquesta Sinfónica Freixenet (dirigida por Andrés Orozco-Estrada, Víctor Pablo Pérez, Plácido Domingo y Péter Eötvös), con la Sinfonietta (dirigida por Johannes Kalitzke) y en el ciclo Ciudades Patrimonio de la Humanidad (Salamanca). Asimismo, ha formado parte del Cuarteto Bozza, del Quinteto Ricercata de EY, del Trío Strauss y de los Grupos O Globo y Gounod. Actualmente, es miembro de los grupos Fundación Mutua Madrileña y Cosan.
Virginia Martínez
Comienza sus estudios musicales a la edad de seis años en la Academia Municipal de Molina de Segura. A los ocho años empieza los estudios de piano con Pilar Valero y Pedro Valero, entre otros. A los trece años se hace cargo de la dirección de los Coros Infantiles Municipales de Molina de Segura, labor que continúa hasta 1999.
En 1999 obtiene las licenciaturas de piano y armonía en el Conservatorio Superior de Música de Murcia y posteriormente es becada por la Fundación Séneca para la ampliación de sus estudios en el extranjero.
A partir de ese momento se traslada a Viena para estudiar la carrera de Dirección de Orquesta en el Conservatorio de la Ciudad de Viena, teniendo como profesores a Reinhard Schwarz y Georg Mark, finalizando estos estudios en junio de 2003, con la dirección de la Orquesta Sinfónica de la Radio de Viena interpretando El Pájaro de Fuego, de Igor Stravinsky, y obteniendo la calificación de “Matrícula de Honor con mención especial”.
En el año 2000 entra a formar parte del Singverein Chor de Viena, con el que ha dado numerosos conciertos por toda Austria y Europa.
En febrero de 2003 dirige el estreno de una obra contemporánea, Deux ex Machina, de Markus Preisl, con el Ensemble de Música Contemporánea del Conservatorio de Viena. Con dicha agrupación también lleva a cabo la interpretación de Les Oisseaux Exotiques, de Olivier Messiaen en octubre de 2002. Ese mismo año estrena la obra Winterlandschaft (Paisaje de invierno), del compositor Stefan Höll, y hace su presentación oficial en la Región de Murcia al frente de la Orquesta Sinfónica de Murcia en el Auditorio y Centro de Congresos “Víctor Villegas”, concierto que fue retransmitido por RNE-2.
En enero de 2004 es nombrada “Joven del Año” por la Consejería de Juventud de la Región de Murcia y también nombrada asistente de Bertrand de Billy en el Gran Teatre del Liceu de Barcelona, para el montaje de dos títulos wagnerianos: Siegfried y El Ocaso de los Dioses. En la temporada 2005-2006 es Directora Asistente de la Orquesta Sinfónica de Barcelona y Nacional de Cataluña, trabajo que compagina con la dirección artística de la Orquesta de la Escuela Superior de Música de Cataluña (ESMUC). En la temporada 2006-2007 es Asistente de la Orquesta de Valencia junto a Yaron Traub.
Ha dirigido con gran éxito a las Orquestas Sinfónica de la Región de Murcia (OSRM), Orquesta Nacional de España (ONE), Orquesta y Coro de Radio Televisión Española (ORTVE), Orquesta de Valencia, Orquesta Filarmónica de Gran Canaria (OFGC), Orquesta Ciudad de Barcelona y Nacional de Cataluña (OBC), Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA), Oviedo Filarmonía, Orquesta de Granada, Orquesta de Córdoba, Orquesta Filarmónica de Málaga, Orquesta Sinfónica de Navarra, Orquesta de Extremadura, Orquesta Sinfónica de Castilla y León (OSCyL), Orquesta “Barcelona 216”, Sinfónica del Vallés, Orquesta de Menorca, Orquesta Camara Musicae, Orquesta Sinfónica de Bilbao (BOSS), Banda Municipal de Madrid, Orquesta del Conservatorio de Viena, Wiener Kammerorchester, Orquesta Filarmónica Arthur Rubinstein de Polonia, Orquesta Nacional de Santo Domingo, Orquesta Nacional de Brasil, Orquesta Nacional de Singapore, Orquesta Nacional de Montpellier, Orquesta Nacional de México, entre otras.
En octubre de 2007 realiza una gira por España con la Wiener Kammerorchester.
En diciembre de 2009 lleva a cabo una gira por EEUU, en donde destacan los conciertos del McCormick Place de Chicago y el Lincoln Center de Nueva York.
En julio de 2010 estrena la ópera Con los pies en la Luna de Toni Parera y dirección de Paco Azorín, en Festival Grec de Barcelona, contando con la actuación de María Bayo, y producida por el Festival Barcelona Grec, el Gran Teatre del Liceu, la ABAO, Teatro de la Maestranza y Teatro Real de Madrid.
Ha dirigido El Barbero de Sevilla, de Rossini en el ciclo de Ópera de Murcia, bajo la dirección escénica de José Carlos Plaza y la Zarzuela La del manojo de rosas en el Teatro Campoamor de Oviedo y bajo la dirección escénica de Emilio Sagi.
Virginia Martínez ha trabajado con solistas como Javier Perianes, Boris Belkin, Joaquín Achúcarro, Judith Jáuregi, Fazil Say, María Espada, José Antonio López, José Ferrero, Cristina Faus, María Bayo, Pablo Ferrández, Christian Poltera, Jesús Reina, Gabriela Montero o Joaquín Riquelme, entre otros.
En 2016, la ciudad de Molina de Segura inauguró el Auditorio Virginia Martínez Fernández, en su honor.
En enero de 2019 fue nombrada una de las “Mujeres del Año” en la IX edición de los premios que concede la revista de ámbito nacional “Mujer Hoy” (Grupo Vocento) y el 8 de marzo de ese mismo año recibió la distinción de “Mujer murciana del Año 2018”, otorgado por la Comunidad Autónoma de Murcia, por ser “una de las más importantes y jóvenes directoras de orquesta del plano internacional”, así como por “su calidad humana y como docente”, resultado de su incesante labor de acercamiento de la música clásica a los más jóvenes.
Recientemente, ha dirigido a la Orquesta Filarmonía de Asturias en sendas representaciones de zarzuela en el Teatro Campoamor de Oviedo; a la Orquesta Joven de Malta; a la Orquesta de Radio Televisión Española en el Homenaje de Estado a las Víctimas del COVID y en la celebración del 800 aniversario de la Catedral de Burgos; a la Orquesta de Castilla y León en el Teatro Real y a la Orquesta de Valencia.
Desde septiembre de 2012 es directora Artística y Titular de la Orquesta Sinfónica de la Región de Murcia y de la Orquesta de Jóvenes de la Región de Murcia.