Notas al programa
Imagínense ustedes cediendo ante los caprichos sonoros de un reclamo ubicuo. No estamos en el lugar equivocado, sino en lo alto de un acantilado con vistas a la infinitud glaciar de un fiordo noruego. Es lo que pareció conseguir Johan Svendsen en 1876 cuando retuvo la magnética belleza del paisaje nórdico en su Rapsodia noruega n.º 3. Después de su periplo formativo en Leipzig y París, retornó a Christiania, la actual Oslo, para consagrarse como compositor hasta que la dirección de orquesta acabó dominando su vida profesional. No cabe duda de su prestigio ante el cuarto de siglo que destinó en Copenhague como director titular de la Ópera Real danesa hasta su muerte en 1911. Degustaremos una muestra de un breve catálogo en el que se cuentan una treintena de obras inclinadas a potenciar, desde los moldes clásicos, el nacionalismo romántico de su tiempo. Ninguna de sus partituras responde mejor a esta fusión clásico-romántica que sus cuatro Rapsodias noruegas. Acaso en su título resuenen los ecos de las Rapsodias húngaras de Franz Liszt, pero su combinación del folclore en la textura musical se debe a las melodías que el compositor noruego Ludvig Lindeman (1812-1887) recopiló en sus doce volúmenes Ældre og nyere norske Fjeldmelodier (“Melodías antiguas y nuevas de las montañas noruegas”).
El punto de partida de la Rapsodia noruega n.º 3 no podía ser otro que el de las profundidades sonoras de la montaña que Lindeman había captado entre sus pueblos. Su vivaz inicio nos envuelve directamente en los giros ternarios del “springar”, una danza tradicional noruega en pareja. Tras la enérgica y breve introducción en las cuerdas, el oboe nos canta un travieso tema que se filtrará en las distintas secciones del viento-madera. El rumor de los timbales nos sumergirá de lleno en el arrebatador segundo tema que entonará la trompa solista en la sección central Andante. De nuevo, Svendsen reinterpreta las melodías del folclore noruego con la balada medieval “Aasmund Fregdegjæva”. Su leyenda comienza como tantos cuentos de hadas: un ogro captura y encarcela a una bella princesa, por supuesto en un castillo muy lejano, y el Rey encarga al héroe, en este caso Aasmund, que la rescate. Aasmund encuentra a la princesa con relativa facilidad y, claro, se enamora de ella. Pero el ogro se ha asegurado de hechizarla para evitar que se marche con cualquier aspirante a héroe. En la forzada huida de la princesa, el ogro libra una batalla contra Aasmund, y podréis suponer cómo acaba el cuento. Eso sí, con el tesoro del ogro de vuelta a casa. Tras esta cita musical al pasaje de la saga nórdica fornaldar, la Rapsodia noruega nº 3 continúa su aventura por el folclore nacional en un vibrante Allegro final que preserva los tintes dramáticos de su predecesor. Desconocemos el momento en el que Svendsen terminó la rapsodia, pero sí lo hizo antes de abandonar Christiania a finales de septiembre de 1877. Y también que era su preferida, según confesó en una carta dirigida al compositor más célebre de Noruega, Edvard Grieg, a 15 de febrero de 1879.
Una década más tarde de la creación de la Rapsodia noruega n.º 3 nacía el compositor danés Launy Grøndahl. Además de ciudad, compartía con Svendsen unas extraordinarias facultades con la batuta que determinaron tres décadas al frente de la Orquesta Sinfónica de la Radio Danesa. Si tuviéramos que nombrar una sola obra de Grøndahl, esta sería, sin duda, el Concierto para trombón que le otorgó el reconocimiento como compositor. Sin embargo, no fue en Escandinavia donde Grøndahl encontró su fuente de inspiración, sino en la plácida Italia en la que descansó durante 1924. Su génesis encierra un vínculo sentimental con la formación que lo inspiró: la orquesta del Teatro del Casino de Copenhague, donde Grøndahl tocaba el violín desde los trece años. La elección tan inusual del trombón como instrumento solista derivó de la calidad de la sección de trombones, y de un nombre en particular: Vilhelm Aarkrogh, solista de la Orquesta Real Danesa, quien estrenó el Concierto para trombón el 30 de junio de 1926, día del cumpleaños de Grøndahl, en el Glass Hall de los Jardines de Tivoli en Copenhague.
La entrada del solista no se hará esperar. Grøndahl prescindió de la convencional exposición temática por parte de la orquesta en un lenguaje armónico propio del romanticismo tardío. Ya desde el primer acorde, el trombón irrumpe con decisión en el tejido orquestal con una agilidad que nos hará saborear los versátiles registros del instrumento. Escrito en tres movimientos, el primero —Moderato assai ma molto maestoso— contrastará dos temas principales que oscilarán desde la vigorosa declamación inicial, sobre la amplitud de un motivo de cuatro notas descendentes, a recitativos que desprenderán un lirismo inesperado. De nuevo, la ensoñación poética de las leyendas impregnará el segundo movimiento —Quasi una Leggenda: Andante grave— con una línea hipnótica y angulosa de gran expresividad que adopta los contornos trazados en las primeras frases del concierto. Su Finale: Maestoso-Rondo transformará el tema de apertura hacia sus desafiantes saltos interválicos para diluirse en la atmósfera rítmica y dancística del rondó, a la que no escapan las reminiscencias del folclore escandinavo. La originalidad del Concierto para trombón de Grøndahl pronto obtendría una certera acogida y hoy es una de las obras más apreciadas en el repertorio actual para trombón.
La identidad sonora finlandesa mantiene una deuda eterna con Jean Sibelius (1865-1957). Al igual que Grøndahl, Sibelius fue violinista mucho antes que compositor. Acabaría huyendo de las leyes para enfocar su interés hacia la composición a su paso por Berlín, Leipzig o Viena. A comienzos del siglo XX, una gira de conciertos le encaminó a la Exposición Universal de París donde, además de perder a su hija menor, dio a conocer sus obras fuera de los círculos fineses junto a la Orquesta Filarmónica de Helsinki. Su extenso catálogo recibió una cálida recepción que le dotaría de una fama inusitada en su país, donde se recluyó en sus últimos treinta años hasta abandonar la composición. La música de Sibelius nunca ocultó su pasión por el Kalevala, la epopeya finlandesa recopilada a partir de fuentes folclóricas que reunían cantos, mitos y leyendas de la cultura oral, la misma que supieron transmitir los rapsodas de la región de Carelia de generación en generación.
Al éxito de su tiempo en París siguió el apoyo espiritual y económico que le propició el barón Axel Carpelan, por cuya correspondencia con el compositor conocemos la gestación de su Sinfonía nº 2. Fue Carpelan quien le sugirió un retiro en Rapallo, Génova, lugar donde comenzó la creación de Don Juan, un poema sinfónico que no finalizó, pero que consiguió volcar en el segundo movimiento de una nueva sinfonía a su regreso a Finlandia. La Sinfonía nº 2 se estrenaría en Helsinki en marzo de 1902 en un programa dedicado íntegramente al compositor. La crítica tergiversó las intenciones creativas de Sibelius al asociar la partitura con las protestas contra el dominio imperial ruso, una idea que se dispersó durante décadas hasta cruzar el Atlántico a finales de los años treinta. Sibelius acabaría desmintiendo estos vínculos políticos programáticos, pero no logró impedir que su Sinfonía se acabara apodando como la de “la Liberación”. Sus cuatro movimientos contienen la estructura tradicional de la sinfonía en la que prevalecerá un rotundo motivo de tres notas, en sentido ascendente y descendente, que Sibelius empleará para articular el tema inicial del Allegretto, donde revelará el especial protagonismo de los aires pastoriles en los oboes y las trompas. La Sinfonía n.º 2 ya anticipaba la destreza de Sibelius para imponer un desarrollo continuo del material temático. En su entramado postromántico destacarán la sobriedad del pizzicato en las cuerdas y las ostentosas fanfarrias de los metales del segundo movimiento, Tempo andante, ma rubato, o las sinuosas melodías del oboe que guiarán, sin interrupción, la magistral transición entre el tercer movimiento, Vivacissimo y el Allegro moderato final, al que regresará con solemnidad una oda triunfal sobre el tema principal. Como si fuera un organismo vivo, la Sinfonía n.º 2 desborda su propio marco arquitectónico al trenzar un mosaico de temas germinales interconectados, sin límites precisos, como la inmensidad de los mágicos parajes nórdicos.
© Carmen Noheda
Carmen Noheda es investigadora posdoctoral Margarita Salas en el Centre for Research in Opera and Music Theatre (University of Sussex). Es doctora en musicología con Premio extraordinario de doctorado por la Universidad Complutense de Madrid, licenciada en historia y ciencias de la música (UCM) y titulada superior en clarinete (RCSMM), con ambos premios de fin de carrera. Entre 2015 y 2019 disfrutó de un contrato predoctoral de Formación del Profesorado Universitario (UCM) y ha realizado estancias de investigación en Seoul National University, University of California Los Angeles y Universidade Federal do Rio de Janeiro. Recientemente, ha trabajado en el archivo musical del compositor Luis de Pablo (ICCMU-SGAE, 2021) y colabora regularmente en actividades de divulgación con la OCNE, CNDM, Teatro Real, ORCAM, Ópera Joven de la Diputación de Badajoz, Fundación SGAE o Radio clásica de RNE. Su línea de investigación se centra en la ópera contemporánea española.
Interpretaciones anteriores
La OEX interpretó la Sinfonía n.º 2 de Sibelius por primera vez el 27 de noviembre de 2009 en el Gran Teatro de Cáceres, dirigida por Christian Lindberg, no es casualidad, afamado trombonista nórdico. La más reciente interpretación data del 21 de abril de 2017, también en el Gran Teatro de Cáceres, pero con la OEX entonces dirigida por Pablo González.
Toni Lloret
Nacido en Altea (Alicante) en 1978. Inició sus estudios musicales en su ciudad natal y posteriormente, siempre bajo la tutela del catedrático Jesús Juan Oriola, en los conservatorios de Alicante, Valencia y Castellón. Obtiene las más altas calificaciones en la especialidad de trombón (premio extraordinario en grado elemental, medio y superior).
Ha asistido a numerosos cursos de perfeccionamiento y clases magistrales con profesores de prestigio internacional.
Ya en el inicio de su carrera musical inició su actividad pedagógica como profesor en el Conservatorio Profesional de Altea y posteriormente en los Conservatorios Superiores de la Comunidad Valenciana.
Antonio Lloret ha sido trombón solista con la Joven Orquesta de la Generalitat Valenciana, bajo la dirección de H. Adams y M. Galduf.
Fue galardonado con primeros premios en los concursos de jóvenes intérpretes de Játiva y de la ciudad de Valencia.
Su interés por formarse continuamente en el repertorio sinfónico orquestal lo complementa además con una insistente inquietud por el repertorio camerístico y de solista. En el ámbito de la música de cámara, fue miembro fundador del cuarteto de trombones 2i2 quartet; con dicha formación consiguió también un galardón en el concurso de Juventudes Musicales de España.
En 2001 obtiene la plaza de trombón solista de la Orquesta Sinfónica Ciudad de Oviedo y actualmente es trombón solista de la Orquesta de Extremadura.
Ha colaborado en varios conciertos como trombón solista con la Orquesta de la Comunidad Valenciana, orquesta titular del Palau de les Arts Reina Sofía.
Miguel Romea
Ha dirigido un gran número de orquestas nacionales e internacionales, como Orquesta Nacional de España, Orquesta Sinfónica de RTVE, Orquesta de Extremadura, Orquesta Filarmónica de Málaga, Orquesta de Valencia, las orquestas sinfónicas de Madrid, Bilbao, Castilla y León, Navarra, Extremadura, Asturias, Malaysian Philharmonic Orchestra, Duisburger Philharmoniker, Kuopio Symphony Orchestra (Finlandia), Jönköpings Sinfonietta (Suecia), OJUEM (Ciudad de México), West Island Symphony Orchestra y la Orquesta SJ de Montreal.
Ha sido Director Titular de la Joven Orquesta de Extremadura, Filarmónica Beethoven y también Director Asistente de la Joven Orquesta de la Comunidad de Madrid, realizando varias giras de conciertos por España e Italia. Desde 2010 es Director Titular de la Orquesta Sinfónica Verum.
Recientes y próximos compromisos incluyen su debut con la Robert Schumann Philharmonie en el Theater Chemnitz (Alemania), Montenegrin Symphony Orchestra, Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias, OCAZ Enigma, Camerata XXI y su regreso al frente de la Jönköping Sinfonietta (Suecia), Sinfónica de Vaasa (Finlandia), Orquesta Sinfónica RTVE, Real Orquesta Sinfónica de Sevilla, Orquesta Filarmónica de Málaga, Orquesta de Extremadura, entre muchos otros.
Miguel Romea es profesor de Dirección de Orquesta en la Facultad de Música de la Universidad Alfonso X el Sabio y la Academia de Opus 23.
