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Sinfónico 09

Temporada de conciertos

2018-2019

Mendelssohn y Schubert allá por el 1823

11 abril Badajoz 12 abril Cáceres
Orquesta de Extremadura Roberto Prosseda Vicente Huerta Álvaro Albiach

Programa

1. Felix Mendelssohn. Concierto para violín, piano y orquesta de cuerdas en re menor * (1823) Allegro Adagio Allegro Molto Roberto Prosseda, piano Vicente Huerta, violín 2. Franz Schubert · Joseph Joachim. Sonata para dos pianos «Gran Dúo» en do mayor, op.140, D812, instrumentada para orquesta por Joseph Joachim * (1824-1855) Allegro moderato Andante Scherzo Finale. Allegro moderato Álvaro Albiach, director

* Primera audición por la Orquesta de Extremadura

Las dualidades de este programa sinfónico son más que evidentes. Álvaro Albiach dirige un programa que comienza con el “doble concierto” de Mendelssohn, con los solistas Vicente Huerta y Roberto Prosseda. Y como segunda dualidad tenemos la Sonata para dos pianos «Gran Dúo», de Franz Schubert, instrumentada para orquesta por Joseph Joachim.

Notas al programa

Es muy difícil sustraerse a la tentación de imaginar qué habría pensado Beethoven, hacia 1823-1824, de las obras que se escucharán en este concierto, una del joven Schubert y una del adolescente Mendelssohn. Es casi seguro que conocía los primeros Lieder de Schubert, y sabemos que el tímido compositor vienés lo observaba en el Graben desde la distancia, sin osar entrar en contacto con el sordo de Bonn. Sobre Mendelssohn, que en 1823 tenía 14 años, es casi seguro que Beethoven no sabía absolutamente nada. Por aquel entonces, mientras Schubert acababa su sonata D. 812 para piano a cuatro manos y Mendelssohn escribía el “doble concierto” para violín y piano en re menor, Beethoven estaba acabando su Novena sinfonía. Son momentos, pues, decisivos para la música, de cambio, de eclosión de una nueva era: el Romanticismo. Beethoven tendría una importancia capital para ambos jóvenes; su influencia tal vez fue mucho más decisiva para Schubert —a quien por entonces ya le quedaban pocos años de vida— que, para Mendelssohn, cuya música parece mirar más hacia Hummel, Weber e incluso Bach. En los años que cierran el primer cuarto del siglo, la música mantiene todavía raíces muy profundas en el clasicismo, tanto en lo que respecta a la técnica (sobre todo la armonía) como en lo expresivo. Schubert y Mendelssohn representan dos momentos históricos diferentes en la transición hacia la plenitud de la estética romántica: el primero forma parte de la avanzadilla establecida por la figura de Beethoven, mientras que el segundo se alineará con el Romanticismo clasicista y conservador, que abarca desde Schumann y él mismo hasta Brahms.

El “doble concierto”, o Concierto para violín, piano y orquesta en re menor, de Mendelssohn nos sorprende por su estructura, por su atrevimiento, por su apariencia casi barroca, pero sobre todo porque es la obra de un niño. No hace falta compararlo con Mozart para darse cuenta de lo prodigiosos que son el talento, el oficio y la frescura expresiva de las obras tempranas de Mendelssohn, como ésta, el octeto o el Sueño de una noche de verano. El movimiento con el que se abre el «doble concierto» expone el primer tema siguiendo un riguroso contrapunto que, si no fuera por el carácter tan melódico del segundo tema, recordaría más un concerto grosso barroco que una obra concertante del siglo XIX. Y de repente, en mitad del desarrollo, Mendelssohn introduce ¡un recitativo de 35 compases en re bemol mayor!, como si los dos instrumentos solistas se hubiesen convertido de repente en un dúo de voces de ópera. Aunque haya precedentes (recordemos el rondó del Grand Duo Concertant para clarinete y piano de Weber, pocos años anterior), el efecto llama mucho la atención. Este primer movimiento ya muestra un rasgo que se percibirá a lo largo de toda la obra: su carácter más solista que concertante, con los dos instrumentos decidiendo en cada momento hacia dónde va la música, mientras la orquesta generalmente tiene un papel secundario, de comparsa, para los ritornelli. En algunos pasajes incluso se diría que estamos ante una “sonata (para violín y piano) con orquesta”. El segundo movimiento se basa sobre todo en un tema lírico de gran belleza, introducido por la cuerda y después adornado y transformado por los solistas. Este movimiento nos trae a la memoria algunas de las melodías más tiernas de las Escenas infantiles (Kinderszenen) de Schumann, que el amigo de Mendelssohn escribiría quince años después. El allegro molto que cierra la obra arranca en medio de un ambiente animado y de cierto virtuosismo, cuando de repente… el piano expone un coral y vuelve momentáneamente el contrapunto. ¡Esta obra es una caja de sorpresas! Tras varios episodios más de tensión entre los solistas y la orquesta, el concierto se cierra con unas cuantas escalas de re menor (recordemos la edad del autor cuando la escribió…), de manera brillante y sin complicaciones.

Esa brillantez, y la claridad, la transparencia clásica, la ligereza y la frescura del “doble concierto” mendelssohniano, contrastan de manera muy notable con el discurso solemne y la envergadura de la Sonata “Grand Duo” de Schubert. Ambas obras comparten la pasión romántica y un lirismo que fluye con la naturalidad más absoluta, apabullante. Y ambas son en esencia, cada una a su manera, dúos. Pero esta sonata póstuma de Schubert nos hace pensar en otro tipo de obra: en una sinfonía. Eso mismo consideraron varios músicos que decidieron darle forma orquestal, como los directores Felix Weingartner, René Leibowitz y Raymond Leppard, o el violinista Joseph Joachim. La adaptación de este último, la más conocida e interpretada, es la que se oirá en el presente concierto. Por una parte, es normal que una obra para piano a cuatro manos atraiga arregladores orquestales, por la naturaleza misma del material; al fin y al cabo, cuatro manos pueden hacer el doble de notas que dos. Pero es que, además, en muchos pasajes la sonata D812 sugiere efectos orquestales (tutti, crescendos y diminuendos, respuestas entre varias familias instrumentales, etc.), lo que, unido a su estructura en cuatro movimientos, explica que desde muy pronto haya invitado a imaginarla en términos sinfónicos. De hecho, el primer movimiento recuerda claramente el primero de la Sinfonía inacabada; incluso el primer tema de la sonata presenta paralelismos evidentes con el primer tema de la Inacabada, un par de años anterior. Se trata de una música a la vez lírica y solemne, pero sin el matiz grandioso y casi épico de la Novena sinfonía (“la Grande”). El segundo movimiento, de manera también usual en Schubert, oscila entre el magnífico tema cantable y sus variaciones sobre un ostinato rítmico muy sencillo. El tono de este movimiento es más bien controlado, circunspecto, lejos del dramatismo de otros movimientos lentos, y lejos también del ánimo desolado y sombrío que hallamos en las sonatas para piano de 1828. El tercero es el típico scherzo con trío, con cierto toque popular. Esta sonata o sinfonía concluye con un allegro vivace lleno de esa alegría danzarina de la que era capaz Schubert sin tener que abandonar su talento innato de melodista. Vale la pena dedicar un par de comentarios a la orquestación de Joachim. Tal como pasará medio siglo después con las orquestaciones que Webern hará de las Danzas alemanas de Schubert, este arreglo de Joachim es fuertemente “idiomático”, en el sentido de respetar los procedimientos de instrumentación clásicos, y es una versión que podría perfectamente haber realizado el propio autor. O incluso Brahms, que de hecho dirigió la adaptación de Joachim en la Gesellschaft der Musikfreunde de Viena hacia 1870. Es decir, que Joachim le da una forma sonora que habrían podido identificar como propia Schubert o un compositor de la generación anterior. Beethoven, por ejemplo.

© Guillem Calaforra

Guillem Calaforra es doctor en lingüística por la Universidad Jaguelónica de Cracovia, especialista en sociología del lenguaje y análisis crítico del discurso. Realizó estudios de violín en el Conservatorio Profesional de Música de Valencia. Creó las primeras páginas web españolas sobre Bruckner y sobre Webern, ha traducido varios textos relacionados con obras musicales y es autor de un libro de ensayos sobre música (So i silenci. Barcelona, Riurau, 2010).

Roberto Prosseda

Prosseda (Latina 1975) alcanzó notoriedad internacional gracias a sus grabaciones, publicadas por Decca, dedicadas a músicas inéditas de Felix Mendelssohn, entre las cuales está el Concierto en mi menor, grabado con la orquesta del Gewandhaus de Lipsia, bajo la dirección de Riccardo Chailly. En 2013 completó, siempre para Decca, la primera integral de la música pianística del mismo compositor alemán, publicada en una caja de 9 Cds.

Como solista tocó con la London Philharmonic, el Gewandhaus de Lipsia, la Filarmonica de la Scala de Milán, la Orquesta de Santa Cecilia de Roma, la New Japan Philharmonic, la Royal Liverpool Philharmonic, la Moscow State Philarmonic, la Bruxelles Philarmonic y dio conciertos en la Wigmore Hall de Londres, en la Philharmonie de Berlin y en la Scala de Milán.

Doce de sus grabaciones se incluyeron en las cajas “Piano Gold” y “Classic Gold” de Deutsche Grammophon (2010). El Maestro Prosseda está muy involucrado en la promoción de la música italiana del siglo XX, grabando además la obra pianística de compositores cómo Petrassi, Dallapiccola y Aldo Clementi.

Desde 2011 toca también el “piano-pedalier”, con el cual grabó el desconocido Concierto de Gounod para piano-pedalier y orquesta (estreno en tiempos modernos), acompañado por la Orquesta de la Suiza Italiana dirigida por Howard Shelly (Hyperion). Además, tocó el mismo concierto con los Berliner Symphoniker, la Filarmonica Toscanini de Parma, con la Netherlands Symphony Orchestra y la Lahti Symphony Orchestra. En noviembre de 2018 toca ese concierto con la Filarmónica de Londres, dirigida por Oleg Caetani.

El Maestro Prosseda es muy activo también como musicólogo y autor de programas para radio y televisión. Trabaja regularmente por Rai-Radiotre, emisora por la cual creó unas “Lecciones de música” dedicadas a Mozart, Mendelssohn, Schumann y Chopin. Para Rai Educational creó y produjo tres documentales dedicados a Mendelssohn, Chopin y Liszt, editados en DVD para Euroarts. Como musicólogo ha escrito el volumen “Guida all’ascolto del repertorio pianistico”, publicado por la editorial Curci de Milán. Coordinador artístico de la red de músicos “Donatori di musica”, es presidente de la asociación Mendelssohn Italia y asesor artístico de Cremona Pianoforte y Cremona Mondomusica. Roberto Prosseda acaba de grabar la integral de las Sonatas para piano de Mozart y la integral de las obras para piano de Gounod; ambos discos están publicados por el sello Decca.

Vicente Huerta

Vicente Huerta, artista polifacético, nace en Valencia. Inicia sus estudios musicales en la U.M de Llíria con el profesor A. Sánchez. Posteriormente estudia en los Conservatorios Superiores de Música Joaquín Rodrigo de Valencia, Superior de Barcelona y Royale Conservatoire Superieur de Musique de Bruxelles, con los profesores Juan Alos, Agustín León Ara y Thanos Adamopoulos, obteniendo el premio de Virtuosismo avec la plus grand distinction. Ganador del Primer Premio en los concursos Martínez Báguena, Ciudad de Soria y Gyenes.

Ha colaborado con artistas de fama mundial como Yehudi Menuhin, Jorge Bolet, Ivry Gitlis o Nobuko Imai.

Como solista ha actuado con un extenso repertorio en la mayoría de países de Europa bajo la batuta de directores de la talla de: Gianandrea Noseda, Meir Minsky, Michael Thomas, Robert Jansens, L. Dewez, Enrique García Asensio, Max Bragado, Henri Adams, J.L. García, Odón Alonso, Boguslaw Madey, Álvaro Albiach, Mihnea Ignat.

Ha sido profesor de la Escuela Superior de Música Reina Sofía durante cinco años, consiguiendo sus alumnos los más importantes galardones en los principales concursos internacionales; Concurso Tchaikovsky, Sibelius, Tokio, Reina Elisabeth, Wieniawsky, Tibor Varga.

Es invitado asiduamente como profesor en las principales orquestas jóvenes españolas; JONDE, OJA, EGO, JORVAL, OJRM y otras.

Ha impartido clases magistrales en la Universidad de Valencia y la VIU, Universidad Internacional de Valencia.

Sinfónico 09

Temporada de conciertos

2018-2019
F. Mendelssohn. Concierto para violín, piano y orquesta de cuerdas Schubert · Joachim. Sonata para dos pianos «Gran Dúo»

Mendelssohn y Schubert allá por el 1823

11 abril Badajoz 12 abril Cáceres