De nocturnos y tempestades
Establecido desde hace años en Londres, Marcos Fernández (Barcelona, 1984) se formó como pianista en la Esmuc y como compositor en el Reino Unido, donde ha alcanzado apreciable prestigio como autor de música para cine y televisión, pero su catálogo es amplio e incluye óperas, ballets, música sinfónica, coral y de cámara. En 2017 su Nocturno sinfónico ganó el premio de composición convocado por la Fundación BBVA y la Asociación Española de Orquestas Sinfónicas. Se trata de una pieza de larga génesis, pues está inspirada en las experiencias del joven estudiante llegado a Escocia a finales del siglo pasado y enfrentado a la noche y a sus deseos de escribir música aprovechando su misterio.
El propio compositor dice de su obra: “Nocturno Sinfónico es una obra evocadora de la noche e inspirada en el mágico y misterioso mundo de los sueños. Es un reflejo personal de los personajes fantásticos, acontecimientos e imágenes volátiles que tras el íntimo descanso nocturno que paraliza nuestra actividad diaria, suelen quedar mermados en el olvido a la mañana siguiente. Nadie puede, ni quiere, escapar del maravilloso acto de soñar, pero lo más fascinante es que en los sueños todo puede suceder y nos los creemos hasta tal punto que a veces es mejor despertar de una pesadilla… La obra empieza con un simple la en el vibráfono y lentamente va mutándose en otras notas que irán generando motivos melódicos para continuar generando frases melódicas y construcciones más grandes a lo largo de la obra. Dividida en dos movimientos ejecutados sin interrupción, el primero (Somnolencia) presenta y genera las ideas musicales que en el segundo movimiento (Pesadillas) son desarrolladas y expandidas”.
Autor de un ciclo de seis sinfonías que en España son menos conocidas de lo que sin duda merecen, el compositor danés Carl Nielsen dominó la vida musical de su país durante las tres primeras décadas del siglo XX, estableciendo un contrapunto notable con el mundo del dominante tardorromanticismo centroeuropeo. Como Sibelius en Finlandia, Nielsen propuso en su música sinfónica un tratamiento orgánico, en el que lo importante no son los referentes extramusicales, las imágenes sugeridas (como en Mahler) sino la cohesión de los propios elementos musicales. Violinista de formación, Nielsen dejó además de sus sinfonías tres conciertos, escritos por este orden para violín (1911), flauta (1926) y clarinete (1928). El primero de ellos no es demasiado popular, acaso porque los violinistas tienen un repertorio muy amplio en el que moverse, pero los otros dos son obras esenciales para flautistas y clarinetistas de nuestros días.
El Concierto para flauta es una obra de la plena madurez del compositor. Fue escrito en Florencia en 1926, poco después de su 6ª sinfonía, la Simple. En 1922, Nielsen había compuesto un Quinteto para el Quinteto de vientos de Copenhague. El deseo del músico era escribir un concierto para cada uno de los miembros del grupo, pero finalmente sólo le dio tiempo a terminar dos. El de flauta fue inicialmente concebido para Paul Hageman, pero en el ínterin Gilbert Jespersen sustituyó a Hageman en el conjunto danés y fue finalmente Jespersen el dedicatario de la obra, que estrenó en París el 21 de octubre de 1926. Aquel mismo día, Nielsen se propuso introducir algunos pequeños cambios en la partitura, que en su versión definitiva fue presentada en Oslo el 9 de noviembre de ese mismo año.
La orquestación es clásica: maderas a dos (sin flautas), dos trompas, un trombón bajo, timbales y cuerda. La presencia del trombón resulta significativa. Nielsen había tocado el trombón en una banda militar, de forma que se piensa que la introducción del instrumento en la obra era una forma de hacerse él mismo presente en el concierto, como una especie de segundo solista o, incluso, como el antagonista del flautista, al que en el primer movimiento se enfrenta en singular duelo, oponiendo un tono de grotesca (e irónica) insistencia pretenciosa a la elegante indiferencia, un tanto indolente, de la flauta. La obra tiene sólo dos movimientos. El Allegro moderato de apertura está en una aparente forma sonata con dos temas muy contrastados: el primero, presentado torrencialmente en semicorcheas; el segundo, delicado, lírico, casi ensoñador, aunque luego aparecerá un tercer tema de gran brillantez que la flauta hará por completo suyo. Armónicamente, el movimiento tiene una gran riqueza modulatoria y resulta de una transparencia en la orquestación que no suele asociarse con las texturas habitualmente mucho más densas de la música sinfónica del compositor. El solista tiene a su disposición dos cadencias, la segunda con participación de un clarinete. El Allegretto presenta una especie de forma de rondó-sonata, ya que dos temas (el primero, chisposo, alegre; el segundo, presentado por el solista, lento, meditativo) se alternan un par de veces, si bien el primero vuelve a aparecer al final en forma de impetuosa marcha, lo que termina por atribuirle papel protagonista, carácter de estribillo. Todo termina en un ambiente de irresistible alborozo.
Tampoco es William Walton un compositor popular en España. Walton se creó reputación de músico modernista cuando en 1922, con sólo 20 años, presentó Façade -An entertainment, una obra basada en una serie de poemas de Edith Sitwell escrita para narrador y sexteto instrumental, obra que sin duda conectaba al joven músico con el neoclasicismo de Stravinski, pero aún más con el sentido del humor de Satie y la música antirromántica y despojada de trascendencia del grupo francés de Los Seis. Fue en cualquier caso su Concierto para viola, escrito a finales de esa misma década, que estrenó Paul Hindemith, y sobre todo su cantata La fiesta de Baltasar, de 1931, las obras que le dieron renombre internacional y deshicieron esa imagen del enfant terrible que había creado Façade.
La composición de su Sinfonía nº1, comenzada en 1932, resultó una experiencia tan estresante para el músico que, ante la expectación generada, cedió a la presión del público y presentó la obra sin terminar, con sólo tres movimientos, en un concierto celebrado en Londres el 3 de diciembre de 1934. Al año siguiente, Walton le añadiría el previsto cuarto movimiento e invertiría el orden de los tiempos interiores, y en esta versión la obra se presentó el 6 de noviembre de 1935. En el origen de la sinfonía estuvo sin duda la turbulenta relación amorosa del autor con la baronesa Imma von Doernberg, quien fue la dedicataria de la partitura, a pesar de que para el momento de su estreno la relación entre los dos ya no existiera. El propio compositor reconoció después que el Scherzo estaba fuertemente inspirado en la ruptura sentimental con la baronesa, pero es muy posible que el primero y el tercer movimientos también le deban mucho.
Entre las dos versiones estrenadas de la obra, Ralph Vaughan Williams había presentado su 4ª sinfonía (se estrenó en abril de 1935), una obra violenta y sombría, en la que algunos han querido ver incluso la premonición de la guerra, y ese carácter trágico se atribuye también a la sinfonía de Walton, aunque no hay en esta música ese tono oscuro y angustiosamente desesperanzado que define por extenso la de su compatriota. Las influencias de Walton miran más hacia el mundo de Sibelius, de Nielsen o de Prokófiev que hacia el de los compositores británicos de su tiempo, incluidos Vaughan Williams, Arnold Bax o el más joven Benjamin Britten.
El primer movimiento de la sinfonía se abre de forma misteriosa, con un redoble pianissimo en los timbales, luego un ostinato en los violonchelos desde el que asciende el lamento de un oboe lastimero y la figura, también ascendente, de un fagot. De repente, un crescendo conduce a un primer clímax que marca el tono de todo el movimiento (y casi diría de la obra), una auténtica tempestad, furiosa y obsesiva, que golpea al oyente insistentemente. Hay algo del Prokófiev constructivista de los años 20 en esta máquina implacable de agitación y martilleo, en la que se crean ostinatos de metales y los violines lanzan con una intensidad de fuego el tema original del oboe hasta una coda cerrada de forma contundente.
En la versión definitiva, el segundo movimiento es el Scherzo (aunque el compositor no lo marcó así en la partitura), ese Presto con malizia que Walton reconoció inspirado en la ruptura de su relación con Imma von Doernberg. El movimiento, que está en mi menor, es una extensión del clima tormentoso del arranque de la obra y, siguiendo la confesión del propio Walton, resulta casi la descripción de la amarga discusión que puso fin a su relación amorosa. El compositor lo construye a base de dos temas que se alternan, los dos igual de convulsos y vitriólicos, sin ni siquiera el lenitivo de un trío contrastante. El final es casi de película cómica. La música parece haber terminado, la ruptura está consumada, pero uno de los amantes aún tiene tiempo de volver y lanzar una última invectiva.
Y tras la ruptura, llega la depresión. El Andante con malinconia (originalmente, Walton lo marcó como Adagio) está en do sostenido menor y se construye en una progresión discontinua (no pueden llamárseles variaciones) a partir de la triste cantilena presentada por la flauta al principio del movimiento. A pesar de su carácter fragmentario y rapsódico, la música alcanza gran intensidad emocional, como presentando la evolución íntima del amante tras la pérdida, de los sentimientos más tiernos vinculados al recuerdo a los más turbios, provocados por la autocompasión, la ira o el remordimiento. Al final, la flauta regresa, y su lamento, más profundo y sombrío, apenas se escucha ya.
Walton empezó a componer el último movimiento por el final, y a ello hay que adjudicar las dificultades para hallar el camino que le permitiera engarzar esos tres primeros movimientos oscuros y tormentosos con la resolución afirmativa que deseaba y había ya encontrado. La solución: más disputa, más turbulencias, que se van alternando con una serie de episodios fugados hasta que emerge una especie de intermedio lírico, pastoral, en el que las maderas y los metales se regodean, pero no por mucho tiempo, porque un impetuoso crescendo los conduce a una coda brillante, triunfal, bien remarcada por el énfasis en los golpes de los timbales y la percusión. ¿La resolución de una crisis sentimental o acaso, en medio del dolor, sólo un último rapto de rabia y fantasía?
De este programa el Concierto para flauta y orquesta de Carl Nielsen ya fue estrenado por la OEX el 23 de noviembre de 2007 en el Gran Teatro de Cáceres, interpretado por Magdalena Martínez y dirigida por Jorma Panula. La última vez fue el 21 septiembre de 2018 en el Palacio de Congresos de Badajoz, interpretado por Ester Esteban Solana y dirigida por el alumno del I Curso de dirección de la OEX, Mario Ortuño Gelardo.
© Pablo J. Vayón
Pablo J. Vayón ejerce la crítica musical en Diario de Sevilla desde la fundación del periódico en febrero de 1999. Fue coordinador del Suplemento Culturas. Desde septiembre de 2001 mantiene una página semanal dedicada a la actualidad musical en los diarios del Grupo Joly. Es redactor de la revista Scherzo desde 2000 y ha colaborado con revistas musicales y culturales de toda España. Es autor deLa música clásica en Andalucía (Fundación Lara, 2007), coordinador de 25 años de pasión (Páginas del Sur – Teatro de la Maestranza, 2017) y de ensayos para colecciones de libros-discos (Clásica, Mozart, La Ópera, Grandes compositores de EMI) difundidos a través de los periódicos del Grupo Prisa en España y de multitud de diarios internacionales. Como articulista y conferenciante colabora habitualmente con teatros, orquestas, festivales y otras entidades públicas y privadas.
Marcos Fernández
Nacido en Barcelona (1984), Marcos se licenció en Piano (ESMUC), Composición (Royal Conservatoire of Scotland) y en un Máster de Composición (Royal College of Music – Londres).
Compositor ecléctico y multidisciplinar, cuenta con más de veinte galardones internacionales de la Société Royale d’Harmonie (Bélgica), AEOS-Fundación BBVA, SGAE Fundación Autor – CNDM, Premio OSPA de Composición, The Patrond’s Fund Prize (RCM), etc. Inicialmente influido por el folklore celta, su música se distingue por un amplio cruce de técnicas y estéticas inspiradas de corrientes modernas así como de tendencias del jazz, flamenco, New Age, el pop o la música de cine, ya que se mueve con versatilidad tanto en la música orquestal como en la de cámara, el piano, la ópera o la banda sonora cinematográfica. Todo ello aporta a sus obras un estilo personal que ha interesado a públicos muy diferentes por su posibilidad de fusión y por aspectos relacionados con la aproximación entre campos estéticos diferentes y técnicas ampliadas.
Sus obras destacan por ser re-interpretada tras sus estrenos y por trabajar repetidamente con las mismas orquestas y ensembles. Su música ha estado ponderado por la crítica como: «maravillosamente conmovedora y evocadora», «… sentimental y estimulante», «… innovador e intrigante», «… lleno de color y deslumbrante», «… trabajo contemporáneo con línea melódica identificable … el aplauso que este trabajo recibió fue genuino «. En los últimos años, Marcos ha estado programado en más de 50 salas de concierto del Reino Unido, Holanda, España, Italia, Bélgica, Malta, Bulgaria, Australia, Taiwán y USA por la la Orquesta Nacional de Holanda, la Orquesta Nacional de Malta, The Britten Sinfonia, The Sydney Contemporary Orchestra, la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias, la Orquesta de la Comunidad de Madrid, Orquesta Sinfónica de Barcelona i Nacional de Catalunya y Cre.Art Ensemble.
En el campo audiovisual su trabajo más conocido es la banda sonora de “Tuck me In”. Su interés en el poder expresivo de la unión de escena y música generó su primera ópera (‘Noctum’), escrita como compositor residente de Cre.Art Project (Nueva York). El Arts Council of England financió el encargo de su segunda ópera (“Miracle!”), trabajando junto al libretista y autor de bestsellers David Almond. Inspirada en el fútbol y con gran ovación por la crítica y sociedad británica, “Miracle!” ha sido su obra de mayor envergadura y ha recibido varios premios de cultura en Inglaterra.
Debido a su compromiso con la mejora de la sociedad a través de nuevas ideas aplicadas a la música ha sido invitado a formar parte de la Royal Society of Arts en Londres, ciudad en donde es profesor de composición en el Trinity Music Academy y de piano en el Haberdashers’ Aske’s College. Marcos es profesor invitado del Centro Universitario TAI (Madrid) y es también el fundador del sello Piano Underscore, que cuenta ya con dos álbumes distribuidos internacionalmente.
Cristóbal Soler
Considerado como uno de los directores más importantes de su generación, Cristóbal Soler ha desarrollado una trayectoria en constante ascenso, formada por un amplio repertorio, tanto en el campo sinfónico como en el género lírico. La crítica ha sido unánime al destacar su carisma y profundidad interpretativa, además de una precisa y consolidada técnica de dirección. Todo ello, fruto de una formación sólida y rigurosa en Viena, estudiando el gran repertorio centroeuropeo de los S. XIX y XX, de la mano de grandes directores como Nikolaus Harnoncourt, Wolfgang Sawallisch, George Prêtre, Vladimir Fedoseyev o Mariss Jansons.
Durante sus seis temporadas como director titular del Teatro de la Zarzuela de Madrid, ha dirigido nuevas producciones como El Gato Montés (“Premio Lírico Teatro Campoamor” a la producción lírica española, 2013); Los Diamantes de la Corona (nominación en los “International Opera Awards 2015); el estreno en época moderna de Galanteos en Venecia (nominación en los Premios Max, 2016), además de un extenso catálogo de zarzuelas: El barberillo de Lavapiés, Pan y toros, Alma de Dios, El trust de los tenorios, Los claveles, La reina mora, Doña Francisquita, Luisa Fernanda, La Generala, La Revoltosa, La Verbena de la Paloma, Agua, azucarillos y aguardiente, El año pasado por agua, Los descamisados, Marina, El Dominó azul, La Dogaresa, La Gran Vía, Los Flamencos, La buena ventura, Katiuska, etc.
En el campo operístico ha dirigido Don Giovanni, Le Nozze di Figaro, Cosí fan tutte, La Traviata, Rigoletto, L´elisir d´amore, Don Pascuale, La Sonambula, Carmen, Aida, Le Roi d’Ýs, Mireille, La Grande Duchesse de Gerolstein, Werther… En ambos géneros, ha colaborado con directores de escena como Graham Vick, Pier Luigi Pizzi, José Carlos Plaza, Emilio Sagi o Paco Mir, y en teatros como Maestranza de Sevilla, Teatro Campoamor de Oviedo, Teatro de Opera de Sâo Carlos de Lisboa, Festival de A Coruña, Palau de les Arts de Valencia, etc.
Ha prestado especial interés a la recuperación del patrimonio lírico inédito, al frente de estrenos mundiales en época moderna de óperas como Le Revenant y Le Diable à Seville, de J. M. Gomis, Il Burbero di Buon Cuore de V. Martin y Soler, Los amores de la Inés, de Falla, o L´Indovina, de S. Giner.
Igualmente, los proyectos pedagógicos forman parte de sus objetivos (estreno en España de Pinocho, ópera de P. Valtinoni), preocupado por la creación de nuevos públicos y el constante apoyo a las nuevas generaciones de músicos.
Cristóbal Soler, nacido en Alcásser (Valencia), inicia sus estudios de dirección de orquesta con su maestro y mentor, José Mª Cervera Collado, y será su director asistente en numerosas producciones de teatros como el Gran Teatre Liceu de Barcelona, el Teatro de la Zarzuela, o la Ópera de Karlsruhe. Tras finalizar sus estudios superiores de composición y dirección de orquesta, cursa el Máster de Dirección de Orquesta en la Universidad de Munich, con las máximas calificaciones. Ha sido director artístico musical y fundador de la Orquesta Filarmónica de la Universidad de Valencia (1995-2010), que consiguió el 1º Premio del Concurso Internacional de Jóvenes Orquestas Sinfónicas, celebrado en Viena en 1998.
Tras recibir una invitación oficial de Reiner Bischof, secretario general de la Wiener Symphoniker, se traslada a vivir a Viena, donde fue asistente, durante dos temporadas, de grandes maestros como los citados Sawallisch, Prêtre, Fedoseyev o Mariss Jansons. Posteriormente, es invitado personalmente por Nikolaus Harnoncourt, durante la temporada 2003/04, en Viena, Graz, Berlín y Zurich.
Durante este periodo de formación integral en Centroeuropa, comienza a ser invitado por las principales orquestas españolas: Orquesta y Coro de RTVE (con quienes ha iniciado una colaboración junto con Patrimonio Nacional), OBC Nacional de Cataluña, Orquesta de Valencia, Orquesta Sinfónica de Galicia, Orquesta de la Comunidad de Madrid, Orquesta Sinfónica de Bilbao, Real Orquesta Sinfónica de Sevilla, Sinfónica de Castilla y León, Sinfónica de Navarra (Dtor. Asociado y Principal invitado, 2013-16), Orquesta Ciudad de Granada, JONDE, etc, en el Palau de la Música de Valencia, Auditorio Nacional de Madrid, Palau de la Música de Cataluña o el Auditorio Baluarte de Pamplona, Teatro Auditorio de Cuenca, Auditorio Manuel de Falla, etc.
Ha dirigido conciertos con la Orquesta de Cámara de Lausanne (Victoria Hall, de Genève y Salle Metrópol, de Lausanne), además de giras nacionales e internacionales, en Austria (Sala Mozarteum, en Salzburgo; Austria Center, en Viena); Francia; Portugal (O. Sinfónica Nacional, O. Metropolitana de Lisboa); Polonia; R. Checa; Eslovenia; Rumanía; Cuba; Venezuela (O. Municipal de Caracas); México, Brasil o Argentina.
Entre sus grabaciones cabe destacar Historia del soldado, de Stravinski; la Guía de orquesta para jóvenes, de Benjamin Britten; la Obertura1997, Abu Simbel de Llopis; Música Clásica, de Chapí, además de obras de Falla, Granados, Turina, Esplá, Sarasate, etc. Recientemente ha grabado con la JONDE obras de José Luís Turina, José María Sánchez Verdú y Francisco Coll.
Cristóbal Soler es presidente fundador de AESDO, Asociación Española de Directores de Orquesta, y, desde 2017, director artístico de la Semana de Música Religiosa de Cuenca, distinguida recientemente con la “Insignia cultural de la Comunidad de Castilla La Mancha”, por el Observatorio de la Cultura. Asimismo, Cristóbal Soler ha sido galardonado con el Premio “Ciudad de Cuenca 2018”, por su labor como director artístico de la SMR.
Francisco López
Francisco López Martín es el solista de flauta de la Orquesta Sinfónica de Barcelona y Nacional de Cataluña y flauta principal en Oslo Philharmonic Orchestra. Hasta hace muy poco tiempo mantenía su plaza de flauta solista en la Ópera de Gotemburgo. Ha colaborado con orquestas como Gothenburg Symphony Orchestra, Danish Radio Symphony Orchestra, Swedish Radio Symphony Orchestra, Norwegian Radio Orchestra, Norwegian National Opera Orchestra, Orquesta de Cadaqués, Sydney Symphony Orchestra, Mahler Chamber Orchestra, Orquesta Sinfónica del Liceo, Orquesta Sinfónica Nacional de Cataluña y c/o Chamber Orchestra con las que ha hecho giras prácticamente por todo el mundo.
Ha recibido numerosos premios en el Concurso Internacional de Música ARD en Múnich (premio del público, BRklassik votación online, mejor interpretación de la obra compuesta por Salvatore Sciarrino para la competición y el segundo premio). También ha sido premiado en concursos internacionales como Ljungrenska Competition (Suecia), Andalucía Flauta y “Pedro Bote” en Extremadura. Además ha sido becado en diferentes ocasiones por la Fundación Caja Badajoz y el Gobierno de Aragón e Ibercaja.
Comenzó sus estudios musicales en su ciudad natal Plasencia, de la mano de Juanjo Hernández en el Conservatorio “García Matos”. Continuó sus estudios superiores en Zaragoza en el Conservatorio Superior de Música de Aragón con los profesores Fernando Gómez y Antonio Nuez. Durante su tiempo en Zaragoza también recibió clases de Jaime Martín, a la vez que formaba parte de la Orquesta Joven de Extremadura y colaboraba con la Orquesta de Extremadura. También estudió en la Universidad de Gotemburgo, cursando el Máster en Estudios Orquestales en la Swedish National Orchestral Academy con los flautistas Havard Lysebo y Anders Jonhall. Ha formado parte de la Baltic Sea Youth Philharmonic durante dos años, con quien ha realizado giras por toda europa.
Francisco compagina su trabajo de músico de orquesta con una carrera muy activa como solista. A menudo da recitales de música de cámara. Ademas, ha tocado como solista con varias orquestas en Suecia, Alemania, Suiza y España como la Symphonieorchester des Bayerischen Rundkuns, Orquesta de Cámara de Múnich, Orquesta de la Ópera de Gotemburgo, Schleswig-Holsteinisches Sinfonieorchester, Collegium Musicum en Basilea, Orquesta de la Universidad de Gotemburgo, Camerata del CSMA y cuarteto Quiroga, c/o Chamber orchestra y la Orquesta de Extremadura.
Como docente ha sido profesor en el Curso de Anento de Flauta y ha impartido clases magistrales en el Conservatorio Superior de Música de Badajoz, Conservatorio Superior de Música de Aragón, Conservatorio Superior de Granada, Escola Superior de Música de Cataluña, Convención de Flautista de España, FLUTE ON festival of the Netherlands Flute Association, Barrat Due Institute of Music en Oslo y la Academia de Música de la Universidad de Gotemburgo.
Recientemente ha hecho su debut como compositor en su ciudad natal, estrenando su primera obra para orquesta “El Bailaero de las Gitanas”, drama folclórico para flauta, narradora y orquesta, siendo el primer concierto programado en el Auditorio del Palacio de Congresos de Plasencia, con gran éxito de público y crítica.