Notas al programa
Modest Músorgski (revisión de Rimski-Kórsakov). Jovánschina, Introducción (Amanecer en el río Moskva)
Músorgski (Karevo, N de Rusia, 1839 – San Petersburgo, 1881) nació en el seno de una familia pudiente. De padre terrateniente y madre pianista, el joven Modest empezó a estudiar piano a los 6 años. Durante 9 años simultaneó estudios musicales con la carrera militar, donde llegaría al grado de teniente. Pasado este tiempo, abandonó el ejército y se dedicó completamente a la música.
Formó parte del Grupo de los Cinco (Kuchka), círculo de músicos aglutinados en torno a la figura de Balakirev que, entre otras cosas, renegaba de la educación académica y artificial que se enseñaba en el Conservatorio y consideraba mucho más importante la vitalidad de la realidad popular y cotidiana como modelos para llevar a la música. De esta corriente se aprovechó el oficialismo soviético para presentarlos como “nacionalistas”, pero en origen la corriente no tenía esa idea, sino la de primar la naturalidad frente a la artificiosidad, lo espontáneo frente a lo desarrollado, lo popular frente a la ortodoxia academicista.
Tras diversos avatares laborales acabó sus días sin trabajo, dependiendo de la generosidad de sus amigos, en un hospital militar de San Petersburgo, cuando contaba tan sólo 42 años.
Khovantchina, también llamada Jovanschina, es la segunda ópera de Músorgski, escrita poco después de Boris Godunov. Hace referencia a Iván Jovanski y su hijo Andréi, los cabecillas de una de las corrientes a las que tuvo que hacer frente el joven zar Pedro I para afianzarse en el poder. Concretamente, los Jovanski eran los cabecillas de las milicias golpistas de Moscú.
La ópera de Músorgski modifica el relato histórico en el libreto que hizo Vladimir Stàsov, libreto que a su vez también modificó el propio compositor. La parte musical quedó inconclusa a la muerte de Mussorgsky, aunque las partes vocales si estaban acabadas, y fue el amigo del autor, Rimsky Korsakov, quien la terminó de orquestar, en 1883. Esta es la versión que escucharemos hoy, aunque la introducción ya la había escrito, completa, el propio Mussorgsky. Años más tarde, Dmitri Schostakovich revisó la ópera entera a partir de la partitura vocal original y esta es la versión operística que suele interpretarse. Con respecto a la introducción, la versión de Shostakovich recurre a una orquesta mucho más nutrida que la de Rimski-Mussorgsky.
En los poco más de 5 minutos que dura la tranquila pieza escucharemos una sencilla melodía apareciendo una y otra vez, a retazos, con ligeras modificaciones, pero siempre reconocible mientras la orquesta va arropándola con diversos colores, ritmos e instrumentos en cada una de esas apariciones. Cierren los ojos y déjense llevar por esa corriente del rio, por esa alma popular (en este caso rusa) tan cristalina y bella como cautivadora.
Serguéi Prokófiev. Concierto para violín y orquesta nº 1 en re mayor, op.19 (1916-1917)
Sergéi Prokófiev (Sóntsovka, cerca de Donest, Ucrania), 1891 – Moscú, 1953) tuvo una tumultuosa vida llena de altibajos. Niño prodigio, comenzó sus primeras lecciones de música con su madre quien rápidamente apreció la extraordinaria facilidad de su hijo para la música. Cuando, con tan sólo 13 años, Glazunov escuchó al niño y analizó varias de sus ya numerosas composiciones pidió insistentemente que hiciese las pruebas para el ingreso en el Conservatorio de San Petersburgo, del que Glazunov era el director.
De estilo muy personal y escolásticamente ambiguo, las primeras composiciones importantes de Prokofiev como su primer Concierto para piano y su Suite escita para orquesta fueron consideradas demasiado modernas para la época y el lugar (Rusia) en que fueron escritas. Y esta, digamos, falta de ubicación le persiguió durante el resto de su vida. Salió de su país en el mejor momento artístico, década de los veinte… Y volvió en la ignominiosa década de los treinta.
Vio como sus amigos fueron arrestados y ejecutados por la NKVD de Stalin. Incluso su propia esposa, la española Lina Llubera, estuvo ocho años en Siberia y, a su vez, fue invitado a componer una salutación a Stalin para conmemorar el 60º aniversario del mandatario. En 1948, el Politburó condenó su música como formalista y fue obligado a prometer que compondría obras con mayor «lirismo realista».
Murió el mismo día que Stalin y, al vivir cerca de la Plaza Roja, el coche fúnebre no pudo llegar hasta su domicilio por la avalancha de personas que querían despedir al líder Stalin. Su cuerpo tuvo que ser trasladado a hombros sorteando a la multitud durante varias calles. Apenas 30 personas asistieron a su sepelio.
El concierto nº 1 para violín lo compuso a la vez que su primera sinfonía, la titulada por el mismo Prokófiev como “Clásica” pues aseveraba que era el tipo de sinfonía que Haydn habría escrito si viviera en esa época. Durante el “revolucionario” año de 1917 todavía escribiría varias obras más.
Tardó en ser estrenado, concretamente, 6 años. Lo hace en París el violinista Marcel Darrieux, bajo la batuta del aclamado Serge Koussevitzky y no gozó de un éxito instantáneo. Pero con el tiempo se ha convertido en uno de los conciertos más oídos del compositor. Igor Stravinsky, con el que Prokofiev discutía abiertamente, adoraba este concierto, obra maestra de equilibrio estructural, así como de cuidada y exquisita orquestación, casi raveliana.
El primer tiempo de la pieza comienza con un paisaje calmo, difuso y sutil. Tras unos pizzicatos del solista, irá ganando una considerable fuerza a lo largo del tiempo, para terminar, de nuevo, de forma apacible, recordándonos la flauta la melodía inicial sobre un fondo de arpa y cuerdas con sordina mientras el solista ejecuta unos delicados pasajes virtuosísticos antes de llegar a la nota final, el RE agudo. Este sencillo esquema podría aplicarse a la totalidad del concierto. Toda una delicatessen.
El Scherzo, muy ágil, con un fuerte componente rítmico se desarrolla con una frenética actividad del violín que abarcará desde rapidísimas escalas hasta muy variados golpes de arco y efectos sonoros, terminando con un pasaje en armónicos muy vistoso y chispeante. Es todo un ejercicio de despliegue de exigencias interpretativas a partir de un no menor despliegue de habilidades compositivas.
El tercer tiempo comienza en Moderato. El violín contesta a la melodía inicial de fagot con otra larga melodía, a la que se irán sumando acompañantes, muy lírica y emotiva. A continuación, el tempo se anima a Allegro moderato y la música se va haciendo más intensa. Terminará con un ingenioso contrapunto en el que la orquesta interpreta la melodía lírica que abre este tiempo mientras el solista contrapone el tema que abría el concierto, en una atmosfera tan sutil como colorista. Déjense disfrutar unos segundos de esa paz final, antes de que empiecen los aplausos que nos devuelvan, de nuevo, al patio de butacas.
Jean Sibelius. Sinfonía nº 5.
Cuando Sibelius (Hämeenlinna,1865 – Järvenpää, 1957) nació, Finlandia pertenecía a Rusia, constituía el Gran Ducado de Finlandia. La formación del que estaba llamado a convertirse en uno de los símbolos culturales de ese futuro país fue genuinamente finlandesa aunque Sibelius provenía de una familia de afinidad más bien sueca. Su matrimonio con la hija de un influyente militar, muy identificado con la causa finlandesa, no debió sino acentuar aún más el compromiso de Sibelius con su tierra.
En la actualidad, la academia de música de Helsinki, donde estudió y tras varios reveses también enseñó, lleva su nombre como homenaje y reconocimiento. Uno de los editores de partituras más difundidos del mundo, también se llama Sibelius.
Fue un hombre prolífico y longevo para su época, 92 años, pero tras escribir su séptima sinfonía entró en una especie de dique seco creativo y ya no volvió a crear ninguna obra importante en sus últimos treinta años de vida. Durante años intentó componer su octava sinfonía, pero no la terminó. Parece ser que durante los duros años de la II Guerra Mundial quemó todos sus apuntes y manuscritos de la obra. Solo escribió un par de obras menores durante todo este largo período de tiempo.
Estilísticamente lo podemos situar en la órbita de Wagner, Mahler, Busoni y Tchaikovsky, a quienes estudió profundamente. Pero si hay un rasgo que identifique con nitidez a la música de Sibelius es su canto permanente a los paisajes, naturaleza y folklore de su patria finlandesa. Pidió ser enterrado en el jardín de la casa en la que vivió la mayor parte de su vida y allí reposa, junto a su esposa Aino.
Una significativa muestra de la manera de componer del autor la encontramos en una frase extraída de una conferencia de Sibelius con motivo de la lección inaugural de un curso académico, en 1896: “no se puede derribar el edificio antiguo si no existe nada que poner en su lugar… hace falta encontrarlo vivo en la música tradicional”. Sibelius nos propone un nuevo filón creativo, la música tradicional. Sin abandonar la tonalidad, el rico folklore escandinavo le permitirá un nuevo modelo expresivo, una justificación a su discurso musical y a sus convicciones nacionalistas finesas.
La obra que nos ocupa sufrió, al menos, dos revisiones desde su estreno en 1915. La última, en 1919, es la que se ha consolidado como la más lograda. Lo más significativo es que se pasa de cuatro tiempos a tres y eso provoca un extraño primer movimiento, el producto de la fusión en uno de los dos primeros movimientos de la versión original. El resultado es un movimiento con una estructura más compacta pero alejada de los estándares de la forma sonata que se supone en este primer tiempo y con una recapitulación mucho más extensa de lo esperado.
En el nuevo segundo tiempo, Sibelius conserva los elementos temáticos del previo tercer tiempo pero modifica el tratamiento del material resultando un considerable aumento de compases con respecto a la primera versión. El final del movimiento también lo modifica al recurrir a la interpretación del tema principal a cargo del viento madera. El tiempo entero parece funcionar como una especie de eje central interno que convierte a los tiempos externos primero y tercero en sorprendentemente simétricos.
En el tercer y último movimiento, Allegro molto, ocurre lo contrario. Mantiene los elementos del último tiempo de la primera versión pero el nuevo tratamiento provoca la reducción de unos 200 compases. El pasaje final también varía al introducir una serie de acordes orquestales, con referencias al “canto del cisne” del segundo tiempo, de aspecto solemne y triunfal. Hay quien ve en esta modificación la intención política de Sibelius de sumarse a la euforia por la independencia de Finlandia, lograda precisamente durante el período de revisión de esta sinfonía.
La Sinfonía nº 5 de Jean Sibelius se interpretó por primera vez el 23 de noviembre de 2007 en el Gran Teatro de Cáceres, con Jorma Panula como director. La última vez también fue en el Gran Teatro de Cáceres, el 19 de febrero de 2016, dirigida por Rubén Gimeno.
© Jerónimo Gordillo
Nace en Stuttgart (Alemania). Estudia flauta, piano y viola en los conservatorios de Sevilla, Badajoz y Real Conservatorio Superior de Madrid. Posee el Título de profesor de Solfeo y Repentización y los Títulos Superiores de Flauta, de Composición y de Dirección de Orquesta. Es Doctor en Educación por la Universidad de Extremadura.
Ha dado conciertos por todo el territorio nacional como solista, en dúo con piano o en formaciones de música de cámara como cuartetos y quintetos. También formando parte de la Orquesta de Cámara de Badajoz, la Orquesta Joven de Extremadura, la Banda Municipal de Badajoz y otras agrupaciones. Ha sido director titular de la Orquesta de Cámara de Badajoz, de la Banda Municipal de Música de Badajoz, de la Banda Federal de Extremadura y de la Orquesta Sinfónica Extremeño-Alentejana. Fundador y primer director de las Escuelas Municipales de Música de Badajoz. Fundador y primer presidente de la Federación de Bandas de Música de Extremadura.
Ha compuesto gran cantidad de obras en formatos de todo tipo, estrenadas en España y el extranjero (Portugal, Rusia). Unas de sus obras para orquesta, Raizes, fue estrenada en el Festival Ibérico de Música de Badajoz, con el maestro Albiach dirigiendo la Orquesta de Extremadura.
Vicepresidente de la Asociación de Compositores de Extremadura y miembro de la Junta Directiva de la Federación de Asociaciones Ibéricas de Compositores.
Ha dado clases en los conservatorios de Montijo, Mérida y Badajoz y en varias escuelas de música de la provincia. Igualmente, ha impartido cursillos de especialización en CPR’S y en la UEX. Actualmente, da clases de composición, análisis y armonía en el Conservatorio Superior de Música “Bonifacio Gil” de Badajoz.
Ilya Gringolts
El violinista ruso Ilya Gringolts, además del repertorio tradicional, toca también obras de música contemporánea, estrenando obras de P. Maxwell Davies, A. Read Thomas, C. Bertrand y M. Jarrell y toca con agrupaciones como la Finnish Baroque Orchestra o Arcangelo.
Ha actuado con orquestas como la Royal Liverpool Philharmonic, Sinfónica Ciudad de Birmingham, Sinfónica de la BBC, Deutsches Symphonie-Orchester Berlin, Filarmónica de San Petersburgo, Filarmónica de Los Ángeles, Sinfónica NHK, Mahler Chamber Orchestra y las principales orquestas de la radio en Alemania. Destacan sus recientes conciertos con la Sinfónica Radio Bávara, BBC de Escocia, Filarmónica de Israel, Sinfónica de Bamberg, Sinfónicas de Taipei y Singapur.
Después de conciertos en los festivales de Verbier y MiTo, en la pasada temporada tocó con la Hong Kong Sinfonietta y estrenó el Concierto para violín de Michael Jarrell, dirigió y tocó el Concierto “Il labirinto armonico” de Locatelli y obras de Paganini, Vivaldi, Bach y Bartók con la Orquesta de Cámara de Australia. También tocó con la Sinfónica Radio Bávara, Real Filarmónica de Estocolmo, Sinfónica Radio Finlandesa, Sinfónica de Hamburgo, Sinfónica de Galicia, Sinfónica de Berna, Orquesta de Cámara de Múnich y Orquesta de Cámara de Uppsala.
Ilya Gringolts toca como Primer Violín del Cuarteto Gringolts, fundado en 2008, con los que ha tenido gran éxito en los festivales de Salzburgo, Lucerna, Menuhin Festival Gstaad, Festival de Edimburgo y en el Teatro La Fenice de Venecia.
En esta temporada ha debutado en el Concertgebouw de Ámsterdam, Philharmonie de Luxemburgo, Elbphilharmonie de Hamburgo y en el Konzerthaus de Dortmund. En música de cámara Ilya Gringolts colabora con artistas como Yuri Bashmet, David Kadouch, Itamar Golan, Peter Laul, Aleksandar Madzar, Nicolas Altstaedt, Andreas Ottensamer, Antoine Tamestit y Jörg Widmann.
Ha realizado numerosas grabaciones para Deutsche Grammophon, Hyperion y BIS, que han sido muy elogiadas por la crítica. Destacan su grabación de los 24 Caprichos de Paganini en 2013, el Concierto para violín de Weinberg con la Filarmónica de Varsovia en 2015, el Concierto para violín de Dvorak con la Philharmonia de Praga para Deutsche Grammophon, y conciertos de Korngold y Adams con la Filarmónica de Copenhague. En 2018 salió el segundo disco del proyecto de la Integral Stravinsky, grabado con la Orquesta Sinfónica de Galicia y Dima Slobodeniouk que recibió un Diapason d’Or.
Después de estudiar violín y composición en San Petersburgo, Ilya Gringolts estudió en la Juilliard School of Music con Itzhak Perlman.
En 1998 ganó el Concurso Internacional de Violín Paganini, siendo el violinista más joven en ganar el primer premio en la historia del concurso. Además de ser profesor de violín de la Academia de las Artes de Zúrich, es Profesor Invitado de la Real Academia de Música de Escocia en Glasgow. Toca un violín Giuseppe Guarneri del Gesù, Cremona 1742-43.
Roberto Forés
Nacido en Valencia, Roberto Forés Veses estudió dirección de orquesta en la Accademia Musicale Pescarese y en la Academia Sibelius de Helsinki. Ha sido ganador del concurso de dirección de Orvieto y del Concurso internacional Evgeny Svetlanov. En la actualidad es el director musical y artístico de la Orchestre National d’Auvergne (Francia).
Lo más destacado de las últimas temporadas ha incluido producciones de Don Giovanni, Orfeo e Euridice y Die Entführung aus dem Serail en las óperas de Reims, Clermont-Ferrand, Vichy, Massy y Avignon. También ha trabajado en numerosos teatros como en el Teatro Regio de Torino, el Bolshoi de Moscu, Lausanne, Montpellier Niza y Helsinki.
En el ámbito sinfónico ha estado al frente de las orquestas nacionales de Lyon, Burdeos, Montpellier. También ha dirigido la Orchestre Philarmonique de Luxembourg, NHK Symphony Orchestra, Moscow City Symphony, Odense Symfoniorkester, St Petersburg Symphony Orchestra, Het Residentie Orchestra, Hong Kong Sinfonietta, Orchestra Sinfonica di Milano Giuseppe Verdi, Yamagata Symphony Orchestra, Nagoya Philharmonic, Orchestre de Chambre de Lausanne, Orquesta Sinfónica de RTVE, Asturias y Comunitat Valenciana.
El maestro Forés Veses graba regularmente con el sello discográfico Aparté Records y Warner Classics. Grabaciones recientes incluyen álbumes dedicados a Alban Berg (Lyrische suite), Webern y Schreker; así como otro a Schönberg (Verklärte Nacht y Strauss (Metamorphosen). Sus futuros proyectos preven dos álbumes dedicados a Schubert y Bartok con “21 Music”.
En 2020-21, además de una intensa temporada con la Orchestre National d’Auvergne, estará presente en los Festivales de La Chaise-Dieu, l’île de Ré, Nuits de Fourvières de Lyon y en el Printemps des Arts de Monaco. También será el director invitado de la Russian State Symphony Orchestra, la Orquesta Sinfónica de San Petersburgo, Orchestre National de Metz, la Orquesta de Valencia, Sinfonietta Lausanne y la Orquesta de Extremadura. También regresará a Japón con la Orquesta Filarmónica de Nagoya y realizará una gira en China con la Orchestre National d’Auvergne.