Notas al programa
Hay sonoridades perdidas y recordadas que permanecen latentes. Regresan, se les espera, como se espera cada año la primavera. Coincide que, como la primavera, algunas de estas sonoridades son capaces de dar sorpresas a su tiempo, traen consigo una suerte de certificado de nacimiento a toda una época, a la formación ulterior de tantos músicos. La consagración de la primavera (1913) de Ígor Stravinski es una de ellas, nació ya eterna. Casi podría decirse que brotó de aquel sonido de umbral inconfundible en su solo inicial de fagot. No dejó de engendrar polémicas, poco más tarde, elogios, y, finalmente, como anunciara el título de su primera parte, un punto de adoración. Una adoración con el irrefrenable potencial de provocar que otras creaciones aflorasen de ella.
Before Spring (2014) es el tributo personal del compositor portugués Luís Tinoco (Lisboa, 1969) a la obra que sentó uno de los pilares musicales del modernismo. Contó para la tarea con una cómplice: nuestra directora invitada, Joana Carneiro. En este intento de concebir un “después de la primavera” se proyectaba el complejo reto de acompañar en el mismo concierto a La consagración. La génesis de Before Spring reside en un ensemble de dieciséis instrumentistas de la orquesta de cámara OrchestrUtopica, que cumplió el propósito de dialogar con la creación de Stravinski junto a la Orquestra Metropolitana de Lisboa en su estreno en el Centro Cultural de Belém en 2010. Cuatro años después, Joana Carneiro lanzaría un desafío mayor al proponer la versión sinfónica que inicia este programa, y que la directora estrenó el mismo año al frente de la Orquesta Sinfónica Portuguesa en el Teatro Nacional de São Carlos. Lejos de una identificación sonora directa, Tinoco plantea una relectura de La consagración desde estratos más profundos. Su lupa se detiene en la urdimbre de imágenes que sustentan la obra stravinskiana. No es la cita de un gesto melódico, ni la mixtura inusitada de tonalidades, ni el colapso de sus polirritmias, sino la recreación de su sentido de ritual, del carácter cíclico y renovador que insufla la naturaleza, de sus augurios concentrados en la sugerente desnudez de un único timbre, apenas una textura. Como un rizoma, Before Spring se expande hacia lo insólito, de manera que sus asociaciones persiguen la energía, la pulsión rítmica, tribal, casi sagrada, que radica en sus danzas, en la añoranza hacia lo primitivo, en el cortejo asfixiante, en el rapto, en la catarsis del sacrificio. Tinoco refiere una reacción metabólica, una transformación de la energía sonora, cuyo origen no es sino un ejercicio metafórico: esparcir “semillas” de La consagración por toda la partitura. Sus brotes culminarán en el resurgir primigenio de un solo sonido, hipnótico: el recuerdo de aquel do sobreagudo del fagot, germinal e inmortal.
En ocasiones, la fascinación sonora traspasa la obra para imaginar un lugar y, de paso, revestirlo de exotismo. Sucedió con la mirada francesa a la España decimonónica, a la encarnación imaginaria de mujeres con navaja en el liguero, como la Carmen que consagró George Bizet. Un mes antes del estreno de la icónica ópera, Édouard Lalo, de ascendencia española, presentaba su Symphonie espagnole (1875). La eclosión creativa finisecular que emanaba de lo español, con la España de Emmanuel Chabrier, la Rapsodie espagnole de Ravel, el Capriccio espagnol de Rimsky-Korsakov o la Ibéria de Debussy, reveló en el deslumbramiento de Lalo un motivo decisivo: su amistad con el virtuoso violinista Pablo Sarasate. Al contrario que el malogrado Bizet, Lalo gozaría pronto del éxito internacional de la que resultó ser su obra más reconocida. El violín, principal protagonista, le era familiar por su periplo como profesor e integrante de diversos cuartetos de cuerda, pero fue el talento y la presencia escénica de Sarasate los que impulsaron sus mejores páginas destinadas al instrumento. Symphonie espagnole es, por tanto, una obra hecha a medida. Su estructura encierra un curioso híbrido entre la forma de concierto y la de la sinfonía: una sinfonía en cinco movimientos para violín solista y orquesta. Este intento de evocación orquestal sobre el país vecino despliega toda una pirotecnia técnica alrededor de fanfarrias y seductores giros melódicos próximos al rasgueo de la guitarra, donde no podía faltar el temperamento ardiente de los ritmos de seguidilla y de habanera, predominantes en el Scherzando. Sin duda, la Symphonie espagnole ocupa hoy un espacio privilegiado en el repertorio violinístico, en deuda con la travesía que emprendieron tantas danzas y melodías inspiradas en el folclore español. A ellas dedicó Sarasate nada menos que cuatro volúmenes, propagando en su feroz destreza la luminosidad del sol español desde su violín a todo Occidente.
Un brillo de sol similar será el que extinga al amanecer a El pájaro de fuego. De nuevo, descubrimos un recuerdo al imaginario sonoro, esta vez ruso, que sirvió de carta de presentación a Stravinski en el resplandor del París de 1910. Tenía 27 años, era la primera vez que salía de Rusia, y decir París, por aquel entonces, era referirse al mundo. Al día siguiente del estreno del ballet en la Ópera de París, Stravinski era ya famoso. Gestó la oportunidad el líder intelectual de los Ballets Rusos, Serguei Diaguilev, quien ideó la adaptación de la leyenda rusa de Kashchei el Inmortal entrelazándola con la historia del mítico pájaro de fuego. Para ello reunió a un excepcional equipo artístico: el coreógrafo Michel Fokine, el escenógrafo Aleksandr Golovín y a Léon Bakst en el diseño de los figurines. Tras abordar previamente a otros compositores, Diaguilev confió el encargo al novel Stravinski, quien bebería de las influencias compositivas de su mencionado mentor, Rimsky-Korsakov, creador de una ópera sobre el mismo tema de Kashchei el Inmortal. En el primero de los tres ballets que Stravinski concebirá para el empresario ruso, no pasa desapercibido el inquietante inicio que, de la nada, emerge en las cuerdas graves, ni tampoco lo hace la alusión al universo irreal con el efecto sonoro del deslizamiento a través de las cuerdas (glissando), ideas que posteriormente subrayaría el compositor cuando ya era ciudadano estadounidense, tras su exilio definitivo a consecuencia de la Segunda Guerra Mundial.
La suite que cierra el programa procede, precisamente, de la última reducción que Stravinski presentó al otro lado del Atlántico en 1945. Independiente del ballet, la suite retuvo, sin embargo, sus principales hilos conductores: el príncipe Iván apresa al pájaro de fuego, que ruega por su libertad a cambio de una pluma mágica con la que podrá siempre llamarle. El príncipe la utilizará de nuevo en favor de la libertad para rescatar a las trece princesas encantadas que retiene el maléfico mago Kashchei. Convertidos en piedra aquellos que osaron intentarlo, a las princesas cautivas no les queda más que bailar una danza popular de ronda alrededor de un árbol de manzanas de oro. Ante el reclamo del príncipe, el pájaro de fuego hechiza a Kashchei y derrota a su comitiva de monstruos con una extenuante danza infernal. En el combate final, desvelará el secreto de la inmortalidad del mago y el príncipe Iván destruirá el huevo que acoge su alma. El pájaro de fuego, como el ave fénix, les devuelve a la vida al clarear el día.
Desde las semillas que afloran de la primavera a la evocadora sonoridad española y la fantasía sugestiva de los cuentos orientales, extendemos el poder mítico del fénix al sutil vínculo que los conecta: la inagotable capacidad de renacer.
© Carmen Noheda
Carmen Noheda es investigadora posdoctoral Margarita Salas en el Centre for Research in Opera and Music Theatre (University of Sussex). Es doctora en musicología con Premio extraordinario de doctorado por la Universidad Complutense de Madrid, licenciada en historia y ciencias de la música (UCM) y titulada superior en clarinete (RCSMM), con ambos premios de fin de carrera. Entre 2015 y 2019 disfrutó de un contrato predoctoral de Formación del Profesorado Universitario (UCM) y ha realizado estancias de investigación en Seoul National University, University of California Los Angeles y Universidade Federal do Rio de Janeiro. Recientemente, ha trabajado en el archivo musical del compositor Luis de Pablo (ICCMU-SGAE, 2021) y colabora regularmente en actividades de divulgación con la OCNE, CNDM, Teatro Real, ORCAM, Ópera Joven de la Diputación de Badajoz, Fundación SGAE o Radio clásica de RNE. Su línea de investigación se centra en la ópera contemporánea española.
Ellinor D’Melon
Ellinor D’Melon nació en Jamaica, hija de padres cubanos, y comenzó a estudiar el violín a la edad de dos años. A sus veinte años ya disfruta de una cada vez más importante carrera internacional, habiendo debutado con muchas orquestas, bajo la batuta de directores tan respetados como Zubin Mehta, Vladimir Spivakov, Jaime Martin y Zakhar Bron, entre otros. Sus cada vez más numerosos compromisos de conciertos la han llevado a salas tan prestigiosas como la Philharmonie de Berlín, el Teatro Mariinsky de San Petersburgo, el Auditorio Nacional de Madrid, el Concertgebouw en Amsterdam, la Philharmonie de Colonia, la Tonhalle de Zurich, la Sala Verdi de Milán, la Baltic Hall de Gdansk, etc.
Ellinor se ha presentado también en los Festivales de Verbier, Gstaad, Schlesswig-Holstein, Olympus Musical, Interlarken Classics y Wieniawski, entre otros.
Recientemente interpretó el Concierto para dos violines de Bach junto a Anne Sophie Mutter, y se presentó con la Orquesta Sinfónica de Gävle en Suecia, bajo la dirección de Jaime Martín, volviendo de nuevo en la temporada 2018/19 para interpretar el Concierto para violín de Brahms. Otros momentos destacados de la temporada incluyeron su debut en Francia con la Orquesta de la Ópera de Massy, en Bulgaria con la Orquesta Filarmónica de Sofía bajo la batuta de Jan Latham Koenig, con la Orquesta de Cadaqués en Barcelona, y su recital en el Reino Unido en la prestigiosa Sala Elgar del Royal Albert Hall.
Sus compromisos en la temporada 2019/20 incluyeron actuaciones con la Real Filharmonía de Galicia (Michail Jurowski) y la Orquesta Sinfónica de Navarra (Manuel Hernández-Silva) en España, y debuts con la Orquesta Sinfónica Nacional RTÉ (Jaime Martín) en Irlanda, y con la Orquesta Sinfónica Nacional de Chile. También regresó al Reino Unido para actuar con la pianista Isata Kanneh-Mason en el Kings Place de Londres.
Desde 2011, Ellinor estudia en la Escuela de Música Reina Sofía con el profesor Zakhar Bron, becada por la Fundación Helena Revoredo y la Fundación Albéniz. En 2013 ingresó en la Academia Zakhar Bron.
Entre sus éxitos recientes en competiciones internacionales de violín, están el primer premio en la ‘Debut Berlin’ International Competition (2017, Berlin Philharmonie), el primer premio y el premio especial a la Mejor Interpretación de la Pieza Rusa Contemporánea en la VIII Novosibirsk International Competition (2016, Rusia), el “Virtuoso Award” en la II Manhattan International Competition (2017, EEUU), y el primer premio en la Wieniawski International Competition para Jóvenes Violinistas (2012, Polonia).
Ellinor toca un violín Giovanni Baptista Guadagnini de 1743, amablemente prestado por un donante anónimo de Londres.
Joana Carneiro
La aclamada directora portuguesa Joana Carneiro es directora principal de la Orquestra Sinfónica Portuguesa del Teatro São Carlos de Lisboa y directora artística del Estágio Gulbenkian para Orquestra, cargo que ocupa desde 2013. También es directora invitada principal de la Real Filharmonia de Galicia.
De 2009 a 2018 fue directora musical de la Sinfónica de Berkeley, sucediendo a Kent Nagano como la tercera directora musical en los 40 años de historia de la orquesta. También fue directora invitada oficial de la Orquesta Gulbenkian de 2006 a 2018.
Entre los momentos destacados recientes y futuros de la dirección invitada se incluyen compromisos con la Sinfónica de la BBC, la Orquesta Filarmónica, la Orquesta Sinfónica de Castilla y León, la Sinfónica de Gotemburgo, la Filarmónica Real de Estocolmo (a quien dirigió en la Ceremonia del Premio Nobel en diciembre de 2017), la Sinfónica de la Radio Sueca, la Sinfónica de Gotemburgo, Scottish Chamber Orchestra, National Arts Centre Orchestra en Ottawa y BBC Scottish Symphony.
Originaria de Lisboa, comenzó sus estudios musicales como violista antes de recibir su título de dirección en la Academia Nacional Superior de Orquestra en Lisboa, seguido de su maestría en dirección orquestal de Northwestern.
Carneiro recibió en 2010 el premio Helen M. Thompson, otorgado por la Liga de Orquestas Estadounidenses para reconocer y honrar a directores promesas excepcionales.
En 2004, Carneiro fue condecorada por el presidente de la República Portuguesa, Jorge Sampaio, con el Encomio de la Orden del Infante Dom Henrique.