Preparado el Auditorio Nacional de Música en Madrid, la Orquesta de Extremadura procedía a comenzar un gran concierto que se iniciaba recordando el brahmsianismo, ya comentado en la crónica anterior, con las Variaciones sobre un tema de Haydn, Op. 56a.
Esta conocida y romántica obra cuenta también con una versión para piano que algunos consideran que no es tan lucida.
La melodía que iría repitiéndose, variación tras variación, fue cogiendo fuerza a lo largo de la obra.
El maestro marcó un tempo sereno que permitió disfrutar de las diferencias entre una variación y otra y que, además, dio protagonismo a cada uno de los instrumentos que se iban uniendo paulatinamente a la ejecución, y donde cada uno sobresalía cuando era preciso que lo hiciera gracias a la interpretación del director titular Álvaro Albiach.
La cuerda sonó compacta pero a la vez ligera, y el viento por su parte no pasó desapercibido en los pasajes que interpretaron trompas, flauta, oboe, clarinetes y cornos.
Tal y como acostumbra el maestro los matices en los grandes pasajes estuvieron muy remarcados y llenos de dramatismo.
Tras las ocho variaciones el Finale fue enérgico por parte del conjunto, que demostró una vez más que, al igual que llena los auditorios extremeños, llena también el Auditorio Nacional.
A continuación, uno de los más conocidos y complejos conciertos para violoncello, el concierto de Edward Elgar en mi menor. El intérprete, Joaquín Fernández, actualmente componente de la Orquesta Nacional de España, y que fue miembro de la propia OEX e intérprete fundador de la Orquesta Joven de Extremadura.
Con unas cálidas y sólidas notas iniciales, el músico extremeño realizó la mejor de las interpretaciones que ha elaborado con la orquesta de su comunidad.
El Adagio fue muy intenso y la orquesta supo acompañar. En una versión muy romántica que recordaba a quien hizo, allá por los años 60, de este concierto uno de los grandes, Jacqueline Du Pré, Joaquín demostró un perfecto conocimiento de la pieza en la que le pudimos ver disfrutar.
En el Lento estuvo repleto de distintos matices y el conjunto, acompañando al solista, se recreó en los fraseos de este segundo movimiento.
Un Lento casi Lastimoso en el que quedó vigente la complicidad entre maestro e intérprete.
Los cambios de tempo en el Adagio fueron naturales y disfrutados por los allí presentes.
A pesar de la dificultad técnica de este movimiento, el correcto tempo permitió a Joaquín realizar una correcta y viva interpretación de los fraseos.
Un romántico final en el que toda la orquesta se sumó al carácter de la interpretación dio paso al último movimiento, el Allegro, lleno de brío.
Tras una larga ovación por parte del público y de los músicos de la orquesta, agradeció a los mismos el reencuentro y se dispuso a interpretar el Lamento de la primera suite de Britten.
Una complicada pieza que requiere de una gran intensidad y dominio técnico que volvió a recibir un fuerte aplauso por parte de los allí presentes.
La pieza que ocupó la segunda parte fue las «Variaciones sobre un tema original» Op.36 conocidas como las «Variaciones Enigma» de Elgar. Una misteriosa pieza en la que el enigma sigue hoy sin ser descubierto.
La Orquesta de Extremadura realizó una magnífica interpretación en la que la cuerda estuvo clara y siguió la batuta de Álvaro desde el minuto uno.
Pese a tratase de variaciones sobre un mismo tema, parecen tan distintas porque, otra de las leyendas de esta obra, es que cada una de ellas es una persona en cuestión, un amigo o familiar del compositor.
Cada una de las catorce variaciones estuvo interpretada en su tempo y llenando de frases melodiosas el auditorio.
Gran trabajo también de la percusión que supo enfatizar los momentos de mayor clímax de la obra junto al viento metal.
El maestro volvió a demostrar que sabe llevar a la orquesta y que esta se encuentre a gusto con su interpretación, fue sin duda un gran concierto romántico.
Marta Climent